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INTRODUCCIÓN
El pontificado más
largo de la arquidiócesis de Caracas, fue el de Monseñor Felipe
Rincón González. Paradójicamente es uno de los períodos de la
historia eclesiástica venezolana menos conocido y estudiado hasta el
momento. Muchas son las razones que pueden explicar esta escasez,
por no decir falta total de trabajos sobre esos años. La primera
sería los pocos especialistas dedicados a la historia eclesiástica
en nuestro país; existen pocos trabajos de síntesis que estudien la
historia contemporánea de la Iglesia en Venezuela, mientras que gran
parte de la producción histórica se dedica al período de la
evangelización, reduciéndose ésta paulatinamente a medida que se
avanza en el tiempo. Actualmente se intenta cubrir la publicación
de fuentes, siendo estas ediciones muy importantes, ya que los
documentos que forman la materia prima de nuestra história, no sólo
se encuentran muy dispersos, sino además, como bien señala Mons.
Baltasar Porras:
"en general, no es la cuidadosa conservación de documentos y
boletines la virtud más sobresaliente en nuestros archivos
diocesanos. En algunos casos, su estado es sencillamente
deplorable"
.
Su recopilación es,
pues, tarea preciosa y de gran ayuda para el historiador, pero esta
fase muestra el retraso en el que se encuentra nuestra
historiografía. No existe además una verdadera escuela histórica.
Adoptando las palabras de Rodolfo R. de Roux:
"No existe un equipo en el que todos los investigadores posean en
común un mismo método, un mismo espíritu (...), en líneas generales
los autores nos ofrecen eruditos trabajos de historias de
acontecimientos y se limitan a tratar las relaciones Iglesia-Estado,
Iglesia partidos políticos, lo que no deja de ser también muy
revelador del actual estado y nivel de preocupaciones de la
historiografía eclesiástica en el area colombo-venezolana y más
concretamente en el círculo de las Academias de Historia venezolana"
.
Consecuencia de la
ausencia de una línea directriz frente a la investigación histórica
es la proliferación de monografías y trabajos aislados que no tienen
como centro de atracción la historia más reciente de nuestra
Iglesia. La existencia del Centro Venezolano de Historia
Eclesiástica de la Universidad Católica Andrés Bello es indicativo
del esfuerzo que en este sentido se intenta realizar, trazando una
línea de investigación según el estado y las necesidades de la
historia eclesiástica en Venezuela.
Sin embargo, esta
sería una razón global. Dentro de los trabajos dedicados a los
acontecimientos contemporáneos venezolanos, muchos son los
personajes sobresalientes que han marcado de forma definitiva el
rumbo y el destino de la nación. Estas figuras acapararon la
atención de los historiadores, quizás de forma excesiva, dejando de
lado la historia más escondida y cotidiana, la historia no-oficial
del país, aquella que, sin embargo, acabaría de dar el verdadero
relieve a nuestra historia oficial.
Monseñor Rincón es
una figura opacada por diversas circunstancias, entre ellas
sobresalen la de haber sido sucesor de Mons. Castro y el haber
gobernado la arquidiócesis de Caracas bajo la dictadura del general
Gómez. Los investigadores han preferido "saltar" esta etapa de la
vida de la Iglesia venezolana calificándola de "sumisa al poder",
afirmando así una verdad a medias con la que facilmente se han
definido muchas otras situaciones vividas bajo la dictadura
gomecista. Esta etiqueta eximía al historiador de hacer un éxamen
más profundo y fino, un análisis serio y esclarecedor de la
situación real. Además, escribir e investigar sobre un obispo ha
sido tarea poco atrayente en un país donde durante años las
generaciones de historiadores oficiales que podían acceder a las
fuentes gracias a su formación y posición, han sido abiertamente
anticlericales hasta épocas recientes. Más aún, si el obispo en
cuestión no muestra trazos de haber sido un valiente luchador de
pluma y espada en defensa de los derechos de la Patria y la Iglesia
como lo fueron algunos de sus predecesores cuyas vidas estuvieron
marcadas por la lucha constante contra los gobiernos que impedían la
libertad de la Iglesia y padecieron injurias y exilios. Frente a
ellos, la figura de Mons. Rincón no ofrece ningún atractivo. Bien
al contrario, su proximidad relativa a nuestra época, acompañada de
los rumores y la falta de fundamento frente a las afirmaciónes
acusatorias hechas a su costa, no han sido un buen incentivo para
seducir a nadie. Un factor determinante en este sentido fue además,
el desconocimiento total respecto al paradero de los documentos que
pudieran dar luz a los acontecimientos más oscuros de su
pontificado, sobre todo los concernientes a la Visita Apostólica.
Algunos historiadores afirman incluso que su correspondencia se
quemó o se perdió
. Si bien es
cierto que posiblemente gran parte de ella pudo perderse tras los
saqueos que siguieron a la muerte del Gral. Gómez, Mons. Rincón
acontumbraba a guardar copia de todo lo que escribía y recibía.
Estos documentos fueron salvaguardados por un sobrino suyo, el Sr.
Felipe Rincón Rincón, quien durante los años de la Visita Apostólica
lo ayudó enormemente y recopiló todo cuanto Mons. Rincón recibía o
enviaba, pues vivió con él durante ese tiempo y desempeñó, en cierto
modo, las funciones de un secretario particular.
El fácil acceso a
estos documentos no utilizados anteriormente por ningún otro
historiador para escribir una obra sobre Mons. Rincón, fue el motivo
que nos empujó a profundizar e investigar aquellos años difíciles,
como tantos otros, para la Iglesia venezolana
Sin embargo, antes de
analizar cada uno de los fondos y archivos consultados, quisiéramos
detenernos un instante en el subtítulo de nuestro trabajo el cual
marca uno de sus límites. La investigación que desarrollamos se
realizó a partir de las fuentes conservadas en Venezuela, es decir,
en este primer estado de nuestro trabajo no hemos consultado el
Archivo Secreto del Vaticano que consideramos, por otra parte,
esencial para una comprensión completa de los hechos. Sin embargo,
cuando comenzamos la explotación de las fuentes, el Archivo Vaticano
sólo podía ser consultado hasta el año l903, época que no abarcaba
nuestro período de investigación. En el verano de 1985 se abrieron
los documentos correspondientes a los papados de Pio X (l903-l914) y
de Benedicto XV (l914-l922), años cuya consulta hubiera podido
esclarecer y completar muchos de los puntos que hemos tratado
especialmente con respecto a las relaciones entre Venezuela y la
Santa Sede. Pero dado el avanzado estado de nuestras
investigaciones en ese momento y las condiciones materiales y de
tiempo con las que contábamos, no fue posible desplazarnos para
consultarlos. Por otra parte, consideramos que el primer paso para
plantear una problematica sólida sobre los acontecimientos de estos
años, parte de un conocimiento exhaustivo de las fuentes
venezolanas, cuya facilidad o dificultad de acceso, escasez o
abundancia han sido ya elocuentes por sí mismas.
Los fondos del
archivo personal de Mons. Rincón constan esencialmente de la
correspondencia que mantuvo, tanto oficial como privada,
intensificada durante los años l937-l939 a causa de la Visita
Apostólica. Pieza importante del archivo es el libro inédito
escrito por el Cardenal Quintero, quien ordenó algunos documentos
temática y cronológicamente, lo cual nos facilitó su consulta. Así
mismo, lo enriqueció aportando documentos de otros archivos como el
de la Cacillería o el de la nunciatura, a los que sólo él tenía
acceso dada su posición, También con fragmentos claves del diario
personal de Mons. Navarro (Efemérides), personalidad
importante dentro del ambiente eclesial de la época, por los cargos
que desempeñó como deán de la Catedral y secretario de las
diferentes reuniones episcopales, así como por su conocimiento
interno de la Iglesia venezolana y su pasado. Su sentido de la
observación, lo convierte en un valioso testigo de los hechos, a
pesar de sus marcadas simpatías y antipatías hacia las personas de
su entorno.
En el archivo
personal se encuentra también un pequeño diario del arzobispo
titulado Asuntos Particulares, así como otras libretas en las
que escribió sobre algunos acontecimientos excepcionales de su vida,
como los viajes que realizó a Europa con motivo de sus visistas Ad
Limina. Guarda igualmente numorosos artículos de periódicos
recopilados a partir de l936 hasta l983 relativos al pontificado de
Monseñor Rincón y a las personas que jugaron un papel importante en
los años de la Visita Aspotólica. La consulta del archivo fue
importante, sobre todo, para la elaboración de la parte biográfica
del trabajo, e indispensable para esclarecer la confusa trama de la
Visita Apostólica y el nombramiento del coadjutor.
Fue igualmente
consultado el Archivo Histórico de Miraflores o Archivo de la
Presidencia de Venezuela, donde se encuentra la correspondencia del
general Gómez. Las cartas enviadas por el clero a lo largo de sus
años de gobierno han sido la fuente más directa y fidedigna para
establecer la situación económica, social y moral en la que se
encontraban los clérigos y el tipo de relación que éstos mantuvieron
con el dictador, y en las que se manifiesta su personalidad y la
forma de poder que quiso implantar para dirigir el país.
El estudio de los
libros de las Actas del Cabildo resultó fructuosa para conocer desde
dentro las actividades económicas del arzobispo, la relación que
mantuvo con los capitulares y la vida interna de la Iglesia
caraqueña. Muchos son los detalles reveladores que en ellos
encontramos, lo que se verá a lo largo del trabajo.
El estado bastante
deteriorado de los documentos concernientes a este período de la
historia de la Iglesia venezolana que se encuentran en el Archivo
del Palacio Arzobispal, no impidió que encontráramos en él algunos
datos, que, si bien no fueron de importancia capital para el
trabajo, reafirmaron teorías ya esbozadas. Es lógico que dada la
falta de seguridad y atención prestada a los únicos documentos que
testimonian de la vida de nuestra Iglesia, en él no se encuentren
para conocer la época contemporánea, documentos verdaderamente
significativos.
El presente trabajo
no pretende ser una biografía de Mons. Rincón. Evidentemente, para
comprender su acción, el verdadero sentido del conflicto que vivió,
y las acusaciones que se le imputaron a lo largo de su vida y
posteriormente, era necesario conocer sus orígenes, la educación que
recibió, las relaciones que mantenía, su psicología y sus intereses;
tanto más en una Venezuela que por sus características de sociedad
pequeña y agrícola, no marcaba pautas a sus dirigentes sino que los
gobiernos, tanto políticos como eclesiásticos, tenían el caracter y
la fisonomía que le imprimía aquél que detentaba el poder.
Nuestra memoria
quisiera abarcar de una manera más global todo este período para
llegar a comprender la significación profunda de los hechos. De ahí
que sus primeras páginas esten dedicadas a explicar el contexto
político y eclesiástico de Venezuela en las primeras décadas del
siglo XX. Sin esta introducción previa es imposible entender el
alcance que adquiró el problema planteado por la Nunciatura
Apostólica en Venezuela al impulsar un proceso contra el arzobispo
de Caracas e intentar conseguir su renuncia para nombrar un
coadjutor fiel a sus directrices. Este es el fruto de un conflicto
latente entre la Iglesia y el Estado que encuentra sus raíces varios
siglos atrás en la concesión misma del derecho de Patronato. Este
conflicto será el tantas veces vivido por la Iglesia venezolana,
adquiriendo, en nuestro siglo, una nueva forma, marcada por la
profunda transformación política, económica y social que vivió la
Venezuela de los años 30.
De esta forma,
consideramos interesante no sólo el tema en sí sobre el que por
primera vez se escribe
sino también el enfoque bajo el cual lo hemos querido analizar, no
ya como un problema de orden estrictamente personal entre aquellos
que lo vivieron, sino como un hecho coherente con su pasado e
inscrito en una política muy determinada que deseaba la absoluta
libertad de la Iglesia frente a los gobiernos, y no supo aprovechar
con tino la oportunidad que se le presentaba con el cambio
político. Sigue siendo cierto que la historia está escrita por los
hombres que la viven y sus fallos o aciertos les permiten escapar de
un determinismo inexorable. Más que juzgar, hemos querido
limitarnos a exponer los hechos y a sacar conclusiones que ellos
mismos nos presentaron.
La recopilación y
consulta de las fuentes fue un trabajo difícil en determinados
momentos, primero como ya hemos señalado al principio, por la
dispersión y estado en que se encuentran muchas de ellas y luego por
la desconfianza de los responsables de archivos eclesiásticos que en
algunas ocasiones fue difícil de romper. Desconfianza por otro lado
comprensible, en un contexto donde la manipulación de la información
es frecuente y los ataques a la Iglesia lo han sido también, aunque
actualmente ésta goza de un cierto prestigio. Somos conscientes,
sin embargo, que deben existir muchos documentos personales que, al
igual que sucedió con Mons. Rincón, algunas familias deben guardar
celosamente. De igual modo esperamos tener acceso en el futuro a
fuentes que en esta ocasión nos fueron vedadas. Nuestra
preocupación constante ha sido confrontar las fuentes entre sí para
determinar la veracidad de los hechos y establecerlos en la medida
de lo posible, tal y como fueron vividos y presentados.
Nuestro trabajo se
divide en cuatro capítulos que respetan estrictamente la cronología
de los acontecimientos. El primero cumple una función introductoria
cuyo fin es ambientar y dar el contexto político de la dictadura del
general Gómez en cuyo ambiente se desarrolló la casi total actividad
de Mons. Rincón, y el contexto eclesiástico de Venezuela desde el
descubrimiento hasta el siglo XIX, para poder así comprender los
hechos posteriores. El segundo capítulo continúa con las
visicitudes y logros de la Iglesia venezolana desde finales del
siglo XIX hasta el nombramiento de Mons. Rincón como arzobispo de
Caracas. Sin este paso intermedio hubiera sido imposible comprender
cómo una persona ajena a la arquidiócesis y del carácter del
prelado, pudo llegar a ocupar la Sede Metropolitana. El tercer
capítulo es una presentación más completa del arzobispo y las
condiciones en que vivía la Iglesia de su tiempo, la relación con el
dictador y los representantes del Papa y una visión de su actividad
como arzobispo. El cuarto capítulo se centra en los últimos años de
su pontificado, marcados por la Visita Apostólica, cómo se formó y
desarrolló y el problema que verdaderamente escondía: el
nombramiento de un coadjutor que brindara a la Sante Sede, frente a
los nuevos gobiernos, la posibilidad de firmar un Concordato.
Hasta aquí nuestro
trabajo. Lo importante es la aportación de nuevos documentos que
han descubierto un periódo de nuestra historia hasta ahora mal
conocido. Queremos que sea el primer paso hacia nuevos estudios y
trabajos que descubran nuestro pasado y nos lleven a conocer mejor
el presente de nuestra Iglesia y en definitiva de nuestro país,
Venezuela.
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"Pueblo que no sabe su historia es pueblo condenado a irrevocable
muerte; puede producir brillantes individualidades aísladas,
rasgos de pasión, de ingenio y hasta de genio, y serán como
relámpagos que acrecentarán más y más la lobreguez de la noche" |
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Marcelino MENENDEZ Y PELAYO, De los orígenes del criticismo y
del escepticísmo. |
  
PORRAS (B.), Los obispos y los problemas de Venezuela, Caracas,
l978, p.65.
DUSSEL (H.), Historia general de la América Latina,
Salamanca, Cehila, t. VII. Colombia y Venezuela, l98l, p.13.
MARADEI (C.), Venezuela, su iglesia y sus gobiernos, Caracas l978,
p.135.
"... para la Arquidiócesis de Caracas se discutía el candidato a
Arzobispo Coadjutor para el anciano Mons. Felipe Rincón González,
envuelto un una enojosa acusación ante la Nunciatura de malversación
de bienes (...). Sobre el asunto no hay nada escrito..." Cfr.
PORRAS (B.), Los obispos..., p.20, nota l8.
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