Don
Miguel Lobo Malagamba.
[*] Contralmirante de Nació en la población
de San Fernando, en Cádiz, en el año de 1821, eran sus padres D. Manuel Lobo,
Caballero de Alcántara y capitán de navío y doña Juana Malagamba.. Sentó plaza de guardiamarina
en la compañía del departamento de Cádiz, en el año de 1834. En el año de 1841,
fue ascendido a alférez de navío. En los grados de
oficial subalterno, estuvo embarcado durante casi todo el periodo y por todos
los mares y océanos, siendo los buques, la fragata Isabel II, bergantines Maite
y Laborde; mandando la goleta Clarita. Fue ascendido a
teniente de navío en el año de 1845, regresando a la península y embarcando
otra vez en la fragata Isabel II. Se le destina a las
islas Filipinas, donde se le entrega el mando del vapor de ruedas Magallanes,
participando en el asalto producido para la toma de la isla de Balanguingui. Regresa a la
península en el año de 1849. Entre los años de Es ascendido al grado
de capitán de fragata, en el año de 1857. En el año de 1860,
participó en la guerra de África, al mando de las fuerzas sutiles pertenecientes
a la división de operaciones. Tomando parte al
mando de unas fuerzas de desembarco, en la famosa batalla de los Castillejos. Por estas acciones,
se le concede el grado de coronel de infantería del Ejército. Fue ascendido a capitán
de navío en el año de 1863. Al formarse la
expedición destinada a esclarecer, la situación política con Chile y el Perú,
fue nombrado mayor general de la escuadra del Pacífico en el año de 1866. Participó en el
combate del dos de mayo de éste año, contra la plaza de El Callao, donde a
bordo de la fragata acorazada Numancia, cayó herido su jefe el brigadier don
Casto Méndez Núñez, siendo él quien lo recogió en sus brazos, después de
dejarlo en lugar seguro, asumió el mando, continuando como si nada importante
hubiera ocurrido, por lo que mantuvo la orden de que siguiera el fuego hasta
apagar al del enemigo, al cual sólo le quedaron cuatro bocas de fuego, de las
noventa y seis, de que disponían los fuertes de la plaza, cuando ya no había
respuesta enemiga ordenó el repliegue de la escuadra. Siendo ascendido en
éste mismo año y por méritos de guerra, al grado de brigadier y relevando a
Méndez Núñez en el mando de la escuadra del Pacifico. Fue ascendido a
Contralmirante en el año de 1869. Regresó a España, en
el año de 1871, se confirió el mando de comandante general del Departamento de
El Ferrol, demostrando una vez más su firmeza de carácter, realizó las oportunas
disposiciones y tomó, las medidas disuasorias suficientes, para abortar un
alzamiento republicano. El día diecinueve de
julio del año de 1873, cuando la sublevación de los cantonales de la población
y arsenal de Cartagena, estaba en la población de Chiclana, sin mando y en uso
de una licencia. Se desplazó al
apostadero de Algeciras, arboló su insignia en el vapor Alerta que allí se encontraba,
sin más medios que su prestigió personal y su gran entereza de carácter, fue entrevistándose
con mandos de unidades a los que llamó al orden, los cuales inmediatamente se
pusieron a sus órdenes, así reunió cuantos buques pudo poner bajo su mando,
dominando en algunos de ellos la indisciplina reinante, cuando ya los tenía a
casi todos controlados, se ofreció al Gobierno, junto con todas sus fuerzas,
que le eran leales y estaba bien organizada, con ellos se dirigió al puerto y
Departamento de Cádiz, impidiendo con su llegada, la ya casi sublevada flota
surta en él, que constaba de tres fragatas acorazadas y un gran vapor. La flota que llegó a
reunir consistía en cuatro fragatas y cuatro vapores, el Gobierno le reconoció
públicamente su valor y su arrojo, sin tachaduras ni enmiendas, además de su
lealtad y disciplina, nombrándole general en jefe de la escuadra del
Mediterráneo. Con su flota se
dirigió al arsenal de Cartagena, el cual bloqueó para impedir el que los buques
surtos en él, pudieran hacerse a la mar y expandir la revolución de los
Cantonales, cuando estas intentaron hacer una salida, las batió, pero sin
tratar de infligir daños importantes, pues no se trataba de un enemigo
cualquiera, eran buques españoles, que después se tendrían que reparar y volver
al servicio honroso de la misma, por lo dentro de sus posibilidades intento no
inutilizarlos definitivamente. El Gobierno declaró a
los buques sublevados “Piratas” a lo que nuestros amigos de siempre les vino
muy bien, pues en un ligero combate, con una escuadra al mando del almirante
Yelverton, fueron apresadas, la fragata acorazada Victoria y la de primera
clase Almansa, el almirante Lobo, una vez acabada la sublevación, actuó de
intermediario para que los británicos nos devolvieran los buques, llevó las
deliberaciones con sumo tacto y como siempre con su energía de carácter, pues
estos exigían al Gobierno constituido <<seguridad en las dotaciones, para
no volver a caer en poder del enemigo y otras condiciones no muy fáciles de
cumplir en aquellos aciagos días>> consiguiendo que al fin nos fueran
devueltas. En el año de 1874,
como premio a su gran labor, el Gobierno lo designo capitán general del
departamento de Cartagena, al llegar vió con tristeza el lamentable estado en
que había quedado, después del intento de sublevación, pero otra vez asomo su
energía de carácter, comenzó a dar las órdenes oportunas, que como siempre
dieron su fruto, poniendo en pocos meses el arsenal en las condiciones óptimas,
en que lo estaba antes de los tristes hechos ocurridos. Era un hombre de gran
pluma y erudición, conocedor de varios idiomas, y supo poner su pluma y su
espada al servicio de En el año de 1876, se
puso enfermo, de algún mal mental, por lo que decidieron llevarlo a París, para
ver si en aquella ciudad, de más adelantos que las nuestras, se le podía dar algún
tipo de cura, pero el día cinco de abril del mismo año falleció en ésta ciudad.
Legó a su ciudad
natal su extraordinaria biblioteca. Al conocer el
Gobierno, el fatal desenlace, dispuso que inmediatamente sus restos regresaran
a España, para lo cual se envió al vapor León al puerto de Marsella, para
recogerlos y depositarlos directamente, en el arsenal de Cádiz, a donde llegó
el día dos de mayo. Fue sepultado el día
cuatro en el cementerio de San Fernando, en espera de que se cumpliese el plazo
sanitario, para su posterior inhumación en el Panteón de Marinos Ilustres. La viuda de su
pecunio particular, mandó construir un mausoleo del Panteón, que quedó
terminado e instalado en el año de 1886, el día catorce de noviembre del mismo
año, se realizó la traslación de los restos mortales del almirante, recibiendo
todos los honores de ordenanza. Lobo fue hombre de
raras y brillantísimas dotes, que ilustraron su vida, no sólo como marino y
militar, sino como publicista e historiador, ocupando sin duda alguna, su
nombre uno de los lugares más preclaros entre los varones ilustres de la época
contemporánea. Su tumba, ocupa la
segunda capilla de la derecha u Oeste, tiene las inscripciones siguientes: Aquí yacen los restos
mortales del Contralmirante Don Miguel Lobo
Malagamba Mayor General de Capitán General del
Departamento de Cartagena y su reorganizador en
1874. Militar bizarro, publicista distinguido, marino
eminente, consagró a espada y pluma en
honrosa vida que terminó en París a 5 de abril del año
[*] Tomado de
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