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Mons. Felipe Rincón González

Capitulo 3.

EL ARZOBISPADO DE MONS. RINCÓN DESDE 1916 HASTA 1936.

ART. 1.-¿QUIEN ERA MONS. FELIPE RINCÓN GONZÁLEZ?.

A. VIDA.

B. RASGOS GENERALES DE LA PERSONALIDAD DE MONS. RINCÓN.-

ART. II.- GÓMEZ Y LA IGLESIA VENEZOLANA.

A. LA POBREZA DEL CLERO Y DE LA IGLESIA.

B. LAS RELACIONES DE GÓMEZ CON LOS REPRESENTANTES DE LA SANTA SEDE.

C. LA LEGISLACIÓN GOMECISTA.

ART. III LA OBRA DE MONSEÑOR FELIPE RINCON GONZALEZ.

 

 


Anuncio de la sombrerería Cristem & Ca,
empresa en la trabajó Mons. Rincón antes
de ingresar en el Seminario.
Página 4 del periódico de Maracaibo
"El Fonógrafo" del día 1 de Julio de 1890
 

Capitulo 3

EL ARZOBISPADO DE MONS. RINCÓN DESDE 1916 HASTA 1936

 

ART. 1.-¿QUIEN ERA MONS. FELIPE RINCÓN GONZÁLEZ?(1)

A. VIDA

Mons. Rincón nació en San Francisco de la Cañada (Estado Zulia), el 20 de febrero de l86l.  Pertenecía a una familia humilde, y desde joven se dedicó al comercio, sirviendo como dependiente en algunas casas de Maracaibo.  A los 25 años de edad decide hacerse sacerdote, edad avanzada para la época, por lo que cabe preguntarse qué fue lo que le empujó a la vida sacerdotal.  El mismo cuenta de forma simple y sin mucho detalle cual fue su itinerario personal hasta ser nombrado arzobispo de Caracas:

"El l de abril de l886 me embarqué en Maracaibo para Puerto Cabello para establecer allá una sucursal de la sombrerería Christern & Cia.  Estando en Puerto Cabello recibí, el 9 de septiembre del mismo 86, la noticia de haber muerto en los Haticos de Maracaibo mi hermano Alcibíades el 22 de agosto, de anemia causada por calenturas de la Costa: murió a las diez de la mañana.

Con motivo de la muerte de este hermano, hice el propósito de seguir la carrera eclesiástica, idea ésta que fue despertada en mi espíritu por el íntimo amigo Miguel Ángel Villalobos G., quien a la sazón se hallaba conmigo, y quien junto conmigo hizo el mismo propósito.  Este buen amigo regresó a Maracaibo en noviembre, quedando yo en Puerto Cabello agenciando mi negocio y deseando ver lo más pronto posible realizada la feliz idea que me había hecho concebir el amigo.

A principios de l887 regresé a Maracaibo, continué en la casa mercantil de Von Pein & Cia. como dependiente y al mismo tiempo iba haciendo mis estudios de Castellano y Latín con el Dr. Antonio Acosta Medina, quien gustosamente y sin interés monetario me enseñaba estas asignaturas.  Cuando hube aprendido dichas materias, me presenté a exámenes públicos en el Colegio Bolívar junto con los niños de aquel instituto; haciendo en esto un esfuerzo grande, pues me era bastante penoso.  Luego obtuve las matrículas de Castellano y Latín, me matriculé en la clase de Griego, regentada por el Br. Orángel Rodríguez a quien debí especiales consideraciones.  Quedándome poco tiempo para asistir a clase por la atención de mi dependencia supliqué al Sr. José Antonio Infante, Director del Colegio Bolívar, que me aceptara un examen particular participado, y así conseguí la matrícula de Griego. - El 9 de agosto de l888 murió mi hermano Julio en los Haticos-Después de terminado el Griego, y aún siendo dependiente, principié el curso de Filosofía; pero como el estudio de 2º año era difícil, resolví separarme de la colocación que tenía, el año de l890, para no exponerme a quedar mal en mis clases.  Terminé el curso y me gradué de Bachiller en la Universidad del Zulia el lº de septiembre de l892.  En este mismo año principié el curso de Ciencias Eclesiásticas- el 23 de abril de l893 murió mi mamá en la Plaza de la Capilla, como a las l0 de la noche.  A principios de agosto de este mismo año, después de haber presentado examen de las materias de primer año de Ciencias Eclesiásticas, me embarqué para Caracas con mi hermana Natividad, dispuesto a continuar mis estudios en el Seminario Tridentino del Arzobispado.  El l2 de agosto, a bordo del vapor, antes de llegar a La Guaira, me puse la sotana; habiéndome afeitado convenientemente en Curazao.  Estuve en el Seminario de Caracas hasta principio del 95 que vine para Mérida con Monseñor Silva.  En Mérida seguí mis estudios en la Universidad, al mismo tiempo que le serví de Familiar al Ilmo. Señor obispo.  Recibí la Prima Tonsura el 23 de marzo del 95, en el Oratorio del Señor Obispo, en Mérida; las Cuatro Ordenes Menores las recibí el 25 de abril, en el mismo Oratorio; el Subdiaconado lo recibí en Tabay el 4 de agosto, y el Diaconado lo recibí en la Matriz de Maracaibo el 21 de diciembre, también del 95.  El Sacerdocio lo recibí en la Catedral de Mérida el l9 de setiembre del 96, y canté mi primera misa el 24 del mismo mes, en la Capilla del Carmen,  en Mérida.  Me gradué de Doctor en Ciencias Eclesiásticas el l5 de agosto del 97 en la Universidad de Mérida.  Recién ordenado me mandó Monseñor Silva de Teniente- Cura del Pbro. Juan Ma. Flores a la parroquia del Llano en Mérida; después habiendo tenido que separarse de la Secretaría de Cámara el Pbro. Alfredo Clarac, fui nombrado en su reemplazo, Cura del Sagrario y Secretario de Cámara, el 20 y 23 de marzo de l897.  Serví en estos puestos hasta el 5 de enero de l899 en que me nombraron Cura Vicario de San Cristóbal: salí de Mérida el 8 de enero del mismo año y llegué a San Cristóbal el día l3 del mismo.

En mayo de l9l0 fui llamado a Caracas, por Monseñor José Aversa,  Delegado Apostólico para hacerme Obispo del Zulia pero no acepté; negativa que me costó muchísimas mortificaciones pues tanto Monseñor Aversa como Monseñor Castro y Monseñor Silva se empeñaron fuertemente de que aceptara.  (...)

En octubre de l9l3 fui llamado a Caracas por el Señor Delegado Apostólico, Monseñor Carlos Pietropaoli; y el Gral. Juan Vicente Gómez me consultó si quería ir a Ciudad Bolívar como Obispo Coadjutor de Monseñor Durán, y yo le dije que no.  (El Gral. Gómez me dijo que era urgido por el Delegado para que yo fuera a Ciudad Bolívar).

El 23 de mayo de l9l6 me nombró el Congreso Nacional, Arzobispo de Caracas, y acepté dicho cargo, porque me creí obligado a ello como asunto de conciencia, no porque me guiara ningún interés particular, ni porque sintiera gusto, pues en San Cristóbal estaba muy contento y era muy querido.

Salí de San Cristóbal para Caracas, llamado por el Delegado Apostólico, Monseñor Carlos Pietropaoli el día 2 de julio, en medio de la mayor aflicción de aquel pueblo, que mucho me había amado, y llegué a Caracas el día 7 del mismo julio. (...)

Fui consagrado de Arzobispo el 28 de octub. del año l9l6, e inmediatamente me encargué del Arzobispado.  Fue mi consagrante, Monseñor Antonio Ramón Silva, Obispo de Mérida. (...)"(2) .

Los primeros años en el gobierno de la arquidiócesis su actuación fue discreta.  Sus fieles no lo conocieron realmente sino a partir de 1918 cuando por circunstancias trágicas, la epidemia de gripe española que atacó a gran parte de la población venezolana, pudo darse a conocer, dirigiendo la Junta de Socorro que ayudó a controlar la enfermedad en Caracas. 

Su obra se caracterizará por la edificación silenciosa y sólida de una Iglesia que había ganado algunos privilegios perdidos.

Desde un principio su actividad se centró especialmente en la construcción del seminario de Caracas que fue inaugurado en l921.  Por otra parte, gracias a sus gestiones y a sus relaciones cordiales con el Gral. Gómez, logró que llegaran al país gran número de congregaciones religiosas, entre ellas los Jesuístas quienes se encargaron de la dirección del seminario y la formación de los seminaristas.  Su estrecha colaboración con los representantes del Papa dio fructuosos resultados entre los que  sobresalió la erección de cuatro nuevas diócesis en Venezuela en 1922.

En dos ocasiones viajó a Europa.  En 1924 durante los meses de julio a noviembre viajó en peregrinación hacia Tierra Santa y diez años después en 1934 de junio a agosto con motivo de una visita Ad Limina.

En 1933 comenzó la reconstrucción de la catedral de Caracas cuyo estado lamentable era incluso peligroso para los fieles que se congregaban en ella.

Tras la muerte del Gral. Gómez en 1935 comienza para el arzobispo una etapa dolorosa.  Acusado de la malversación de los bienes de la arquidióceis, la Santa Sede decretó el 26 de abril de l937 una Visita Apostólica que no lograría establecer claramente las acusaciones y que a pesar de ello, duraría dos años.  La nunciatura apostólica deseaba su renuncia para crear así nuevas condiciones que fueran favorables a un Concordato entre la Santa Sede y el gobierno venezolano.  Pero ello no fue posible.  Mons. Rincón se defendió de los ataques dando razón de cada una de sus actividades admnistrativas.  El nombramiento hecho por la Santa Sede en 1938 de Mons. Mejía como su obispo auxiliar con facultades de obispo residencial, creó un nuevo conflicto pues tal acto correspondía al gobierno venezolano por ley.  Para evitar una ruptura entre ambos poderes, se abrieron negociaciones oficiosas para la elección de un obispo coadjutor que coincidiera con las exigencias de Roma y de Venezuela.  Después de largas conversaciones el nombramiento recayó en Mons. Lucas Guillermo Castillo.  Al mismo tiempo se decretaba la clausura de la Visita Apostólica.  Desde entonces Mons. Rincón vivíó retirado de cualquier actividad de la arquidiócesis en la espera de la sentencia definitiva de Roma que nunca llegó.  Moriría seis años más tarde, el 13 de mayo de 1946. 

B. RASGOS GENERALES DE LA PERSONALIDAD DE MONS. RINCON.-

LLegaba al solio arzobispal un hombre de 55 años de edad, ya mayor para su época, querido y respetado por aquellos que lo habían conocido a lo largo de su ministerio sacerdotal en San Cristóbal.  Venía precedido por la fama de hombre de paz dada su intervención en diversos problemas de su antigua diócesis y por las asperezas que había limado en Mérida. De carácter tranquilo y sosegado, su prudencia a veces excesiva, le hacía tomar demasiadas precauciones en el momento de llevar a cabo una decisión, lo que imprimía a su acción una lentitud no siempre favorable, sobre todo cuando se trataba de aportar soluciones rápidas a problemas urgentes.  Sin embargo, su voluntad férrea y su amor a la Iglesia lo llevaban a remontar cualquier obstáculo que se presentara y no escatimaba esfuerzos hasta conseguir lo que se proponía.  Un ejemplo claro de ello fue su actuación en la construcción del seminario, para el que movió cielo y tierra desde los primeros días de su arzobispado.

Muchos le reprochaban la falta de ilustración y elocuencia que habían distinguido a su antecesor.  En realidad lo sorprendente entonces era encontrar eclesiásticos con la formación de un obispo como Mons. Castro, la cual se veía enriquecida por su pasión a la lectura. La formación intelectual  de Mons. Rincón fue superficial como lo fue la de la mayoría de los eclesiásticos de su época. A esta  circunstancia se añaden dos razones que podrían explicar la situación concreta del Arzobispo.  La primera, situada a un nivel personal, es el hecho de que la decisión de hacerse sacerdote y empezar los estudios teológicos, fue tardía; anteriormente su vida, destinada al comercio, no le había exigido otros conocimientos que los de la escritura, lectura y contabilidad, sin despertar en él mayores inquietudes intelectuales. Cabe señalar que dado el índice de analfabetización tan elevado con que contaba Venezuela a finales del siglo XIX, esta formación de base era de por sí un privilegio.

La segunda razón es de índole más general y se encuentra en el nivel medio de las Escuelas Episcopales y de los estudios de Ciencias Eclesiásticas.

Sin embargo, aprovechó bien dichos estudios y esto lo llevó a desempeñar puestos de responsabilidad en la diócesis de Mérida, llamado por Mons. Silva.  Uno de los cargos que ocupó fue el de secretario de Cámara del obispo. Para el nombramiento, Mons. Silva se dirige al Pbro. Rincón en los siguientes términos: "Satisfechos de la instrucción, fidelidad y prudencia de vos Pbro. Felipe Rincón González y atendiendo a los buenos servicios que de vos hemos recibido, os nombramos nuestro Secretario de Cámara, para que, por el tiempo que fuera nuestra voluntad, pasen ante vos las órdenes y demás actos tocantes a nuestra dignidad episcopal ..."(3).

Si su formación intelectual no fue sólida, contaba en cambio con un gran sentido práctico y los testimonios de aquellos que le conocieron son unánimes al señalar su gran bondad y serenidad ante cualquier circunstancia.  Estas cualidades hicieron posible que en una época tan crítica reinara gran parte del tiempo un clima de paz y calma.  Ello no le impidió mantenerse firme en momentos de gran tensión para la Iglesia cuando Mons. Montes de Oca fue desterrado en 1930.  Si bien buscó fórmulas de arreglo, no dió su brazo a torcer cuando el gobierno se proclamó abiertamente en contra de los intereses de la Iglesia.

Sus relaciones con el Gral. Gómez fueron casi siempre cordiales.  Como ya señalamos, sus años de vida en Mérida y San Cristóbal le llevaron a un conocimiento de la psicología andina lo que le permitió saber como tratar al hacendado de "La Mulera" y lo que de él podía esperar. La influencia que tenía sobre el Benemérito la utilizó en provecho de la Iglesia y así, por ejemplo, fue posible el ingreso y establecimiento de los jesuitas en Venezuela, en un momento en el que parecía imposible.  Sin embargo conocía bien sus límites y prefería no abusar de la confianza del dictador.  Reflejo de ello es la carta que en 1922 envió Mons. Rincón al entonces secretario de Gómez, Dr. Enrique Urdaneta Maya:

"Por el pliego que le adjunto verá Ud. que hemos sido nombrados miembros de una delegación que la "Corporación Zuliana para la Coronación de N.S. de Chiquinquirá" ha formado con el fin de exigir al Gral. Gómez, una ayuda monetaria para el embellecimiento y ampliación del templo de la Chiquinquirá.

Atendiendo a que el Gral. Gómez me ha ayudado siempre en mis empresas de la Arquidiocesis y me tiene ofrecida su valiosa cooperación para la conclusión de la obra del Seminario, he procurado eximirme de ir a Maracay en la Delegación; pero de ningún modo he podido hacer valer mis excusas presentadas, y tiene resuelto ir, probablemente en la segunda semana de marzo.

Tenga la bondad de hacerle saber al Gral. Gómez, que he hecho esfuerzos para no ir a Maracay en esta delegación, pero que han sido inútiles estos esfuerzos, pues Don Juan París y el Dr. Ochoa me han compelido a ir ..."(4).

Su amistad con el dictador no le impidió pedir la libertad de los presos políticos y muchos de ellos, así como numerosos asilados volvieron al país gracias a sus gestiones. Incluso en momentos de efervescencia popular como fueron los días de las revueltas de 1928.  En esta ocasión, reunidos todos los obispos y el Nuncio Apostólico con ocasión de la conferencia episcopal, se dirigen al Gral. Gómez para felicitarle las fiestas de Navidad y al mismo tiempo pedirle la amnistía de los presos políticos:

"... Y al propio tiempo, deseosos de que todos los hogares cristianos participen de los regocijos de esta festividad, que es la de la paz traída por el Hijo de Dios a la tierra y ofrecida a los hombres por los mensajeros del cielo, el Representante del Padre Común de la Cristiandad y los Pastores de la Grey venezolana nos permitimos rogar respetuosamente al Benemérito Jefe del País que, usando de la magnanimidad de su corazón, se digne hacer un acto de clemencia respecto de los actuales retenidos políticos.

Al dar este paso, los firmantes creemos responder a un impulso de nuestros sentimientos paternales, así como a la más sincera aspiración de que se consolide más y más en la República el amor a la paz, fundamento insustituible del bienestar de la Naciones ..."(5) .

La estima del Gral. Gómez hacia Mons. Rincón sirvió para allanar en varias ocasiones las dificultades que surgieron entre los representantes pontificales y el dictador.  Gracias a esta influencia fue posible contar con la ayuda necesaria para la realización de algunos proyectos en favor de la Iglesia venezolana, entre ellos la creación de nuevas diócesis.

El arzobispo era consciente de esta relación y en los duros días que marcarían el final de su administración, haciendo un balance de la misma, escribiría a este respecto:

"La grande estimación que me profesaba el Señor Gral. J.V. Gómez, Presidente de la República, atrajo sobre mí bastante animosidad; pero al mismo tiempo ella sirvió para permitir que, por mi intervención se alcanzaran beneficios que de otro modo quizás habría sido imposible conseguir.  La entrada, por ejemplo, de la Compañía de Jesús en Venezuela, para encargarse del Seminario, fundar colegios y prestar otros grandes servicios en el sagrado ministerio; el ingreso aquí de otros Institutos Religiosos; el establecimiento de las Misiones del Caroní y del Alto Orinoco, es probable que no serían hoy una hermosa realidad, si las gestiones de la Nunciatura Apostólica al respecto, no hubiese contado con mi cooperación en aquella forma (...)" (6)  .

La valoración de su obra es sólo posible si se resitúa dentro del contexto eclesiástico en el que se desarrolló, de ahí la importancia de conocer la situación de la Iglesia venezolana bajo el régimen gomecista.  Finalmente el análisis de su obra acabará de perfilarnos por si solo el retrato del noveno Arzobispo de Caracas.

 

ART. II.- GOMEZ Y LA IGLESIA VENEZOLANA.

La política eclesiástica del general Gómez se caracteriza por su falta de especificidad. El dictador aplicó exactamente la misma política que para el gobierno general del país: el control absoluto de la Iglesia. Esta sigue ocupando el puesto de organismo dependiente delEestado en el que le había sumido la Ley de Patronato y el gobierno no le deja libertad de acción. Si bien es cierto que bajo la dictadura del Benemérito, acaba la lucha abierta del anticlericalismo contra la Iglesia venezolana, ésta no ocupará un puesto de relevancia a nivel político o social. Juan Vicente Gómez asumió la Ley de Patronato con la misma rigidez con que asumió todo el mando político y controló drásticamente todos los aspectos de posible ingerencia del clero en asuntos de su gobierno(7) .  Conocía la influencia de la religión y sus representantes sobre el pueblo y no quería que la Iglesia adquiriera un poder capaz de crearle problemas y minar su autoridad.  Su experiencia en el Táchira y en Colombia de la influencia del clero colombiano en política(8) , le previno contra tal peligro para sus pretensiones absolutistas.  Por eso no dudó un momento en encarcelar a lo largo de su mandato, a varios sacerdotes que más tarde morirían en prisión o permanecerían encerrados durante largos años(9) .

Velázquez en su Entrevista imaginaria con Juan Vicente Gómez, ha sabido analizar el pensamiento del dictador en este sentido:

"Y eran como veinte fiestas de la Iglesia al año, porque los curas dominaban mucho y nadie quería aparecer como ateo o masón ... Yo veía eso y que los curas en Colombia mandaban en el gobierno más que el Presidente y cuando iba a misa en Cúcuta oía los sermones de los curas dándoles órdenes de gobierno ...

... Y después, hubo uno que otro cura que se quiso meter en política, pero los puse en su puesto, pues yo no me metía en las cosas de la Iglesia para que ellos no se metieran en las cosas del gobierno, y así cada quién en sus negocios y no hay enredos"(10) .

En el espíritu del general Gómez cada cual tenía su lugar y la Iglesia no debía extralimitarse.  Evidentemente él era quien marcaba los límites que no debían pasarse y señalaba las prerrogativas del campo religioso. No podemos hablar de un anticlericalismo por su parte "porque yo respeto la religión, pero ellos [los sacerdotes], no deben meterse a protestar y menos a conspirar, si señor. Dígame si eso se deja así, a lo mejor aquí pasa lo que en Colombia, que son los curas los que mandan"(11)  .

Ante este panorama, la Iglesia reconoció su debilidad estructural, y redujo su acción al campo pastoral y ministerial.

Tres aspectos nos muestran el control de Gómez sobre la Iglesia: su pobreza  y la del clero ; las relaciones de Gómez con los representantes de la Santa Sede que nunca consiguieron de él la firma del tan deseado Concordato y la legislación eclesiástica del período gomecista.

A. LA POBREZA DEL CLERO Y DE LA IGLESIA.

Este fue uno de los problemas más graves a los que se enfrentó la Iglesia y que limitó considerablemente su campo de acción. A pesar de que poseía algunas propiedades, éstas bastaban apenas para que subsistieran minimamente; del pueblo sólo recibía esporádicas ayudas ya que las prohibiciones de Guzmán Blanco lo acostumbraron a desentenderse de los problemas económicos de la Iglesia. La época de las primicias estaba muy lejos. Las asignaciones eclesiásticas, si bien habían subido con la llegada de Gómez al poder, pronto se reducirían como consecuencia de la Primera Guerra Mundial, llegando a una de las cantidades más bajas de toda la historia:

Año                                    Monto total de las asignaciones

1837                                       Bs.  328.000  ( 82.000pesos)

1841                                       "    436.000  (109.000pesos)

1860                                       "    628.000  (157.000pesos)

1878    Guzmán Blanco                      "    325.000  ( 65.000pesos)

1887                                       "    393.000

1896                                       "    446.000

1905    Cipriano Castro                    "    148.000

1915    J. V. Gómez                        "    186.000

1919                                       "    172.000

1925                                       "    286.000

1935                                       "    446.000(12)

 

Según testimonio de los propios obispos, antes de 1914 éstos tenían un salario particular de Bs. 200, más las asignaciones correspondientes a los gastos de las diócesis, de las cuales gran parte iba dirigida al Seminario.(13)  Al estallar la Primera Guerra Mundial, las asignaciones se rebajaron  agravando la situación de pobreza en la que vivían la mayor parte de las diócesis. Los testimonios son elocuentes por sí solos; en 1916 Mons. Alvarado se dirige al Presidente provisional de la República para exponerle:

"Hace un año que a causa de la guerra europea, suspendió el Gobierno Nacional la pensión que pasaba al Seminario de Barquisimeto y me rebajó la mitad del sueldo que me corresponde como Obispo de aquella diócesis, el cual compartía con aquel instituto docente que es de vital importancia para la Iglesia de occidente ..." (14)  .

Mons. Pietropaoli salió en defensa de los obispos poco tiempo después: también en carta escrita en 1916, el delegado apostólico se dirige al Dr. Márquez Bustillos en los siguientes términos:

" ... me atrevo a manifestarle la triste situación económica en que se hallan los señores obispos de la República con motivo de las rebajas de los honorarios. Es imposible y deshonroso para ellos vivir y sostener el Seminario con Bs. 400 mensuales, sin contar con otros recursos" (15) .

Sin embargo, la situación no varió durante algunos años como lo revela una carta que Mons. Alvarado dirige a Gómez en 1922 recordándole su situación de pobreza.  A todo ello se une el estado en que se encontraban algunas diócesis, como por ejemplo la del Zulia, que en 1912 era "la diócesis más pequeña de la República y el Obispado no tiene ni Palacio ni Seminario"(16) .  En 1916 Mons. Pietropaoli la pondrá como ejemplo de la pobreza existente en la Iglesia haciendo notar que Mons. Alvarez "no sólo proviene de familia muy pobre, sino que le ha tocado una diócesis pequeña, abandonada, sin Palacio, sin casa para el Seminario"(17) .  El caso de la diócesis del Zulia no es excepcional, pues incluso la sede metropolitana se hallaba sin un edificio apropiado para el Seminario y la Catedral de Caracas estaba sujeta a constantes reformas pues su estado de deterioro llegaba a ser peligroso para los fieles que en ella se reunían.           

A través del pago de las asignaciones y de su control, el gobierno tenía en sus manos un arma coercitiva muy fuerte que no dudaba en utilizar para mantener a raya a los obispos y al clero.  Así en l930, el ministro de Relaciones Interiores cortó la asignación correspondiente al obispo del Zulia, Mons. Godoy(18) , por la protesta que éste le había dirigido en contra de las medidas que impedían la entrada al país de sacerdotes extranjeros(19) .

Todo ello hacía  que el clero venezolano  estuviera  sometido al gobierno y más en concreto a la persona del general Gómez.    Efectivamente, si analizamos la correspondencia que el clero envió a Gómez a lo largo de su mandato (1909-1935), lo primero que llama la atención es constatar que el 90% de la misma se limita a pedir al Benemérito la solución de sus problemas materiales.  En la mayoría de las cartas, le piden el dinero que les falta ya sea para cubrir sus necesidades más urgentes (comprar medicinas, vivir cotidianamente, etc.), o para la reconstrucción de sus templos y catedrales, la construcción de seminarios, el pago de becas para los seminaristas y además para obtener los puestos vacantes y deseados.

La figura de Gómez aparece en estas cartas como la del Benefactor, el Padre de la Nación, el único capaz de remediar esta situación de pobreza puesto que ya había remediado otras más graves como eran el restablecimiento de la paz en el país, el haber dado trabajo a todos los venezolanos y el haber hecho posible el progreso de la nación.  Se le llega a identificar tanto con el país mismo, que no es raro encontrar cartas en la que se le formulan "los más vivos votos por su felicidad que lo es también de la Patria".  La necesidad empuja a los sacerdotes a una adulación manifiesta y en ciertos casos, para lograr el favor del dictador, algunos llegan incluso a la delación.  De más está decir que el cuadro que presentan es bastante lamentable y sintomático de una situación, ya que toda la nación, de la cual el clero no representaba sino una mínima parte, estaba en las manos del general Gómez.  Este, hombre muy rico y con una táctica política muy personal, que aplicaba a todos los sectores de la sociedad y de su gobierno (el ejército, los jefes de Estado, etc.), respondía afirmativamente a todas estas peticiones y su ayuda nunca le faltó a la Iglesia ni a sus miembros.  Creaba así lazos de compromiso y agradecimiento, casi filiales, de manera que cualquier traición era ante sus ojos la falta de un hijo ingrato que debía ser castigado por su bien y el de la familia. Para él era primordial establecer estos vínculos:

"porque los compromisos deben ser como los nudos de una hamaca, bien duros para que la hamaca meza y no se caiga ... yo les doy todo lo que necesitan ... pero también saben que no pueden tener amistad con todo el mundo, ni andar leyendo libros raros, ni mucho menos estar hablando las cosas del gobierno ni en su propia casa"(20) .

Establecía una complicidad que nada tenía de inocente y coartaba así la libertad de la Iglesia ofreciendo ésta ante el pueblo una imagen de aliada del poder y de nadar en riquezas(21) .  Ejemplos no faltan para ilustrar esta situación y uno de los más claros fue la ayuda que Gómez prestó para la reconstrucción de la Catedral de Caracas.  En 1933 se planteó seriamente en el Cabildo Metropolitano el problema de la Catedral.  Dado el estado lamentable en la que se encontraba, las soluciones a adoptar eran bastante limitadas; entre los capitulares surge el viejo proyecto, forjado tres siglos atrás de la construcción de un edificio totalmente nuevo y monumental que prescindiría por completo de la estructura del edificio de entonces; otros consideraban más conveniente la reconstrucción de la vieja catedral dadas las condiciones económicas con las que ésta contaba por entonces y a la envergadura del proyecto de construcción que exigiría demasiado tiempo y entorpecería el servicio parroquial de gran parte de la ciudad.  Ante  tales razones se convino en que la mejor solución sería la reparación en grande de la Iglesia, para remediar sobre todo el estado de fealdad y deterioro de los techos pero manteniendo su estructura.  En la sesión extraordinaria del Cabildo del ll de enero de l933, el arzobispo presenta el proyecto ideado por los ingenieros nombrados a tal fin, con un memorandum de los trabajos que habrían de realizarse y el montante del presupuesto que alcanzaría la suma de Bs. 810.000.  Después de la discusión del problema, Mons. Rincón concluyó de la siguiente manera:

"...Que habiendo en otras ocasiones tratado con el Presidente de la República, general Juan Vicente Gómez, del asunto edificio de la Catedral, el general le había significado categóricamente no ser propicio a una empresa de reconstrucción, pero que estaba dispuesto a ayudarle en las reparaciones que hubieran de ejecutarse; que atendiendo a esta oferta, su Excia. Rvma. tenía resuelto trasladarse a Maracay el viernes próximo (l3 de enero), para exigirle como contribución la mitad de la suma propuesta, o sean cuatrocientos mil (400.000) bolívares; que si el general Gómez se excusaba de complacerlo con motivo de su reciente Decreto de concentración de todos los fondos nacionales este año en los gastos de construcción del Puerto de Turiamo, se prescindiría de llevar adelante el proyecto, pero si el general atendía a su petición, el proyecto se pondrá en práctica.  Puestas las cosas en ese terreno, el Cabildo creyó discreto el pensamiento del Sr. Arzobispo, quedando en expectativa del resultado de la gestión que su Excia. Rvma. iba a intentar, se dió por terminada la sesión" (22) .

Hechas las gestiones por parte del arzobispo, el Cabildo se reunió de nuevo en sesión extraordinaria cinco días más tarde, el l6 de enero, para saber cuál había sido el resultado de la entrevista.  Los informes fueron los siguientes:

"...Que el general Gómez le había significado que, habiendo ya expedido el Decreto relativo al Puerto de Turiamo, no podía modificar lo dispuesto señalando fondos del Tesoro Público para otras obras, pero que como él debía mucho a Dios resolvía dar de su propio peculio la suma de Bs. 400.000"(23) .

Dicha suma equivalía casi al total de las  asignaciones del clero ese año.  Evidentemente las reformas de la Catedral se llevaron a cabo.  ¿Podía trabajarse de otra forma?.  Para la Venezuela de entonces era muy difícil.  La Iglesia debía mostrarse agradecida.  Este es sólo un ejemplo de los múltiples servicios económicos que Gómez prestó a las diferentes obras eclesiásticas realizadas en todo el país.  Sin su ayuda, la construcción del Seminario Diocesano de Caracas hubiera sido imposible.  Era también una forma de canalizar los proyectos que podían interesarle o favorecerle y un medio de aumentar su popularidad  como padre y benefactor de la patria y de la Iglesia.

B. LAS RELACIONES DE GÓMEZ CON LOS REPRESENTANTES DE LA SANTA SEDE.

A lo largo de sus relaciones con la Santa Sede, los gobernantes venezolanos dejaron bien sentado que el Estado se consideraba en poder de derecho del Patronato y por lo tanto no reconocía en los representantes papales sino facultades meramente diplomáticas y no la jurisdicción eclesiástica que ellos tuvieran en otros países(24) .  La Ley de Patronato no aceptaba en el territorio de la República otros prelados con jurisdicción sino los arzobispos y obispos que elegía el Congreso para ser presentados a Su Santidad y los vicarios capitulares que en sede vacante nombraran los respectivos Cabildos para presentarlos a la aceptación del Poder Ejecutivo.  Toda otra autoridad eclesiástica que pretendía ejercer dentro del territorio era contraria a la Ley(25) .

Venezuela recibió por primera vez la representación del papado en l876, pero a excepción de esta ocasión en la que Mons. Cocchia vino al país para solucionar una situación de extrema gravedad, y en circunstancias extraordinarias, ningún otro delegado apostólico pudo instalarse en Venezuela.  Así, en l884 cuando llega a Santo Domingo el nuevo delegado apostólico y enviado Extraordinario, Mons. Bernadino D' Milia(26) , el Estado no lo reconoce como tal.  En una carta que el ministro de Relaciones Exteriores envía al ministro de Relaciones Interiores el l3 de agosto de l884, especifica que:

"No se intente hacer valer las circunstancias de que Fray Bernardino D'Milia viene a reemplazar a Mons. Cocchia, pues aunque éste fue aceptado, se hizo previa su declaratoria de no ejercer su jurisdicción, y de que la circunstancia especial porque se le recibía no establecería precedente en ningún tiempo ni por ningún motivo"(27) .         

En l909 se instala en el país Mons. Aversa como representante de la Santa Sede, pero sin ostentar el título de delegado apostólico.  Hasta entonces el Delegado del Pontificado en Santo Domingo y Haití estaba comisionado también para Venezuela pero nunca residió en el territorio venezolano y no se le reconocían sus facultades como tal.  ¿Por qué esta negativa? Porque Venezuela:

"Es uno de los países que (usando la fórmula sintética felizmente empleada por Planas Suárez en su reciente libro Tratado de Derecho Internacional Público, t. I, pag.377), no admite los representantes de la Santa sede con títulos pontificios sino expresamente con denominación diplomática. 

Ha sido en aplicación de este principio que se ha negado Venezuela a admitir representantes del Papa con el nombre de 'Delegados Apostólicos', porque ésta es un denominación meramente eclesiástica"(28) .

Por su parte, la actitud de Roma en su relación con los estados americanos evoluciona y tiende a ser bastante condescendiente.  Desde Gregorio XVI (1831-1846), que reconoció la independencia de las nuevas naciones, una serie de obstáculos se sucederán hasta la normalización de las relaciones entre Roma y los nuevos Estados.  En Venezuela ésta no tendrá lugar hasta l964 con la firma del Modus Vivendi.

La política papal en Venezuela tendrá dos objetivos: la firma del Concordato y la consecución del mayor número de libertades para la Iglesia Católica.  Cada enviado especial deberá jugar lo mejor posible con las circunstancias que se le presenten.  Sin embargo, la actitud de cada Papa será más o menos estricta frente a esta política general.  León XIII (1878-1903) marcará su preferencia por los métodos diplomáticos a fin de evitar cualquier protesta por parte de los gobiernos.  Quiso impedir toda prevención contra la Iglesia y prefirió acentuar el importante apoyo moral que ésta ofrecía contra las pasiones revolucionarias.  Esta política le llevó a la solución de conflictos con varias repúblicas Latinoamericanas(29) .

Por su parte Pio X (1903-1914), tuvo una actitud más intransigente dada su preocupación por reivindicar para la Iglesia la libertad total frente al Estado.  Sin embargo, la aplicación de dicha política en Venezuela no fue tan drástica como en otros Estados, ni causó los conflictos con los que tuvo que enfrentarse el Papa en Europa.

Fue durante su pontificado que Mons. Aversa llegó a Venezuela como "Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de su Santidad el Papa".  Había sido enviado como delegado apostólico a Cuba y Puerto  Rico en 1906, pero su residencia tan lejos de Venezuela, hacía ineficaz su acción en el país dada la dificultad y retraso de las comunicaciones, que le impedían tratar directamente los asuntos eclesiásticos.  En estas condiciones resultaba más fácil dirigirse directamente a Roma.  En 1909, Mons. Aversa recibió el encargo de dirigirse a Venezuela, para ver su estado religioso, siempre tenso.  Llegará a Caracas el 3 de octubre del mismo año(30) .  Su actuación fue muy importante.  Intervino en la elección de los Obispos de Barquisimeto y el Zulia, Sres. Aguedo Felipe Alvarado y Arturo Celestino Álvarez.  Según Mons. Navarro:

"Con la obra memorable de Mons. Aversa comienza la era de una especial solicitud de la Santa Sede en favor de Venezuela, la cual, desde luego, se manifestó en el decidido propósito de crear la Delegación Pontificia permanente en nuestro país"(31) .

Hasta qué punto dicha afirmación es cierta y si la influencia de Mons. Aversa llegó tan lejos es difícil determinarlo.  Lo que si es cierto es que fue el primer enviado papal que después de mucho tiempo, tuvo un contacto personal con los problemas eclesiásticos del país y sus dirigentes políticos.  Este último hecho es muy importante, pues podía informar a Roma sobre bases sólidas cuáles eran las posibilidades que un hombre como el general Gómez les brindaba.  Sus relaciones co el dictador fueron muy cordiales.  Mons. Aversa había recibido de sus manos la Condecoración del Busto del Libertador, la más alta condecoración otorgada en Venezuela, y en su despedida, como regalo personal, Gómez le ofreció un anillo "que contiene una inscripción de mi recuerdo hacia usted, a fin que lo conserve como un testimonio del sincero afecto con que soy su apreciador y amigo"(32) .

Las últimas palabras de despedida del Benemérito a Mons. Aversa corroboran esta afección: "Ya he tenido oportunidad de hacer saber a ud. cuánto lamento su separación de Venezuela donde como ilustre Representante de la Santa Sede y como persona culta, se ha hecho acreedor de la estimación general y muy particularmente a la mía"(33) .

En 1911 Mons. Aversa fue promovido a la Legación Apostólica del Brasil como primer Nuncio de esta República y sale de Caracas el 8 de abril de 1911.  Dicho ascenso testimonia del éxito de su misión en el país que desde entonces queda abierto a nuevas representaciones pontificales.  A pesar de todos los progresos realizados las únicas prerrogativas que el Estado siguió reconociendo a los representantes papales fueron sus facultades diplomáticas.

En 1913 llegó al país un nuevo delegado del Papa, Mons. Pietropaoli, siendo el primer Delegado Apostólico enviado exclusivamente para Venezuela(34) .  Llegó a Caracas el 27 de junio de 1913 y permaneció en el país hasta el 18 de agosto de 1917(35) .  Intervino en la solución de los asuntos administrativos de la diócesis de Guayana(36) , pero su gestión fundamental era la de negociar un Concordato o cuando menos lograr que se modificaran algunas de las disposiciones legales vigentes en Venezuela, aprovechando la reforma constitucional de 1914(37) .  En ambos propósitos se empeñó con habilidad y paciencia.  Hombre de una personalidad original, se ganó la confianza total de la madre y las hermanas del dictador, sabiendo que éstas podrían tener algún ascendiente sobre él, pero el entorno político del general Gómez, manifiestamente anticlerical, se interpuso en sus pretensiones.

Desde principios del año 1914, comenzó su campaña por las reformas favorables a la Iglesia dentro de la nueva Constitución.  Estas trataban sobre la libre entrada en el país de los presbíteros católicos extranjeros; sobre la libertad religiosa, teniendo en cuenta que la religión conocida por la ley en Venezuela era la católica; el establecimiento de misiones y Vicariatos Apostólicos en los puntos de la República donde hubiesen indígenas que civilizar; y la redacción de una nueva fórmula del juramento impuesto a los obispos(38) .

A pesar de que se le dejaba entrever que se tomarían en cuanta sus reformas, la nueva Constitución fue proclamada sin que las diligencias hechas por Mons. Pietropaoli hubieran dado el mínimo fruto. Reiteradas fueron las súplicas que éste dirigió al general Gómez sin resultado alguno.  Esta situación lo indispuso ante sus superiores, ya que llevaba más de 10 meses en Venezuela no había logrado nada de lo que se había propuesto(39) .  Tal vez Roma subestimó a este caudillo venezolano al que no se le ganaba fácilmente.

Si su gran fracaso en 1914 fue la reforma religiosa en la Constitución, logró, por otra parte, que se estableciera una Legación venezolana cerca del Papa.  "Este hecho tiene una importancia trascendental, y será de un gran provecho al porvenir del país"(40) .

Mons. Pietropaoli no dejará de luchar por conseguir los objetivos que se había impuesto.  Su misión coincide con el final del pontificado de Pio X y el comienzo del de Benedicto XV (1914-1922), quien impulsará una nueva evolución en las relaciones diplomáticas(41) .

En 1916 en una carta con fecha del 10 de marzo(42) , Mons. Pietropaoli comunica al Presidente de la República, que el Papa Benedicto XV le concede una de las más altas condecoraciones, y en virtud del Breve de su Santidad entraba el general Gómez en el gremio de los Caballeros de la Orden Piana de Primera Clase con el título de Gran Cruz, con todas las prerrogativas que le correspondían y el derecho de nobleza transmisible a sus hijos.  Este honor no había sido concedido a ningún otro presidente de la América Latina.  No eran las dotes piadosas ni el ejemplo moral del dictador los que le habían hecho merecedor de tal condecoración.  A juzgar por las palabras que Velásquez pone en boca de Gómez, éste fue un intento del Delegado para lograr la firma del Concordato, que no tuvo lugar:

"Por eso cuando llegué a la presidencia y el año 15 vino un Nuncio del Papa, un tal Pietropaoli y me ofreció hacerme Conde Romano si le firmaba el Concordato. Le pregunté al doctor García qué era el Concordato y él me explicó, muy sencillo que si firmaba ese papel me iban a nombrar todos los obispos y yo no podía escoger Obispo ni Arzobispo como escogí al Padre Rincón González de San Cristóbal como Arzobispo de Caracas, cuando el pleito entre los aspirantes después de la muerte de Mons. Castro y como yo no necesitaba ser Conde, le dije a Pietropaoli que discutiera con Zumeta que era ateo y muy leído y no paso nada ..."(43)

El acto de entrega del breve tuvo lugar el 3 de noviembre de 1916(44) .

Para entonces, hacía poco que se habían regularizado las relaciones entre la Santa Sede y Venezuela ya que Roma había decidido convertir en Internunciaturas todas las representaciones que con el nombre de Delegaciones Apostólicas  tenía acreditadas ante los gobiernos(45) .  Desde julio de 1916 Venezuela (como muchos otros paises), contará con una Internunciatura, siendo Mons. Pietropaoli su primer Internuncio.  Como tal, se situaba en el mismo rango que los ministros Plenipotenciarios, aunque a nivel de funciones estaba asimilado al nuncio, es decir, tenía una doble función en el territorio venezolano:  diplomática y espiritual.  Con la internunciatura, se establecían relaciones diplomáticas permanentes entre Venezuela y la Santa Sede(46) .  Según el Dr. Arcaya, consultado sobre la conveniencia de aceptar a los representantes papales denominados internuncios, éste responde que:

"No hay razón alguna de lógica ni de derecho que justifique la negativa a aceptar un representante del Papa con este título, que es el que a sus agentes diplomáticos de 2º orden de la Santa Sede ya que no se pone en duda la admisibilidad de las legislaciones del Papa en la República" (47) .

Mons. Pietropaoli se preocupó por conocer el ambiente eclesiástico del país y su clero.  En muchas ocasiones fue un apoyo para el mismo, como lo muestran las diferentes cartas enviadas a Gómez por los sacerdotes en las que éstos señalan al internuncio como el apoyo y la autoridad bajo la cual se sienten animados a pedir diversos favores al dictador.  Fue también constante su deseo por la prosperidad de las diócesis y el contacto más estrecho entre los obispos y el Papa por medio de las visitas Ad Limina.  Así,  el obispo del Zulia, Mons. Alvarez escribe a Gómez en l9l4 pidiéndole dinero para poder pagarse el viaje a Roma:

"Me mueve también hacerle esta súplica, el deseo de complacer al Excmo. Sr. Delegado Apostólico, Mons. Pietropaoli, que en distintas ocasiones me ha expresado su voluntad de que haga todos los esfuerzos posibles de ir a Roma..."(48) .

El 23 de julio de l9l7, Mons. Pietropaoli escribe al general Gómez para despedirse, pues parte de vacaciones a Roma cuatro meses.  Ya presentiría que su misión en Venezuela tocaba a su fin, pues sus palabras de despedida parecen un adión definitivo:

"...En tanto le doy a usted las gracias más efusivas por la amistad que me ha brindado y por el apoyo que me prestó en mi ardua misión.  Cumplí mi deber a la luz del sol e hice cuanto pude por el bien de la Iglesia.  He querido a Venezuela como a mi segunda patria, y fui y soy de usted verdadero y leal amigo, y de mi afección pese a quien pesare, le he dado pruebas manifiestas.  He tenido la dicha de estrechar más y más las relaciones de la Santa Sede con el gobierno de usted.  Disimule las molestias que le he ocasionado y me haga el honor de conservarme su benevolencia.  Le recomiendo la Iglesia, que es la mejor amiga de la patria venezolana..."(49) .

Se embarcó hacia Roma el l8 de agosto de l9l7.  Desde la Ciudad Eterna continuó las relaciones con el general Gómez, sobre todo a través de un hijo de éste, Darío, que realizaba sus estudios en Italia.

Sucedió a Mons. Pietropaoli(50) , Mons. Francisco Marchetti-Selvaggiani(51) .  Desde París, Gil Fortoul ya había prevenido a Gómez de la llegada del nuevo internuncio y lo ponía en guardia contra las reivindicaciones que éste llevaría consigo y los métodos que utilizaría para conseguirlas.  En este sentido le escribía al Benemérito:

"...Probablemente hará gestiones hábiles en el sentido de que se modifique -o se viole- nuestra legislación.  Por fortuna esas gestiones fracasarán si nuestro gobierno y nuestro Congreso se atienen siempre y exclusivamente a lo que  prescribe nuestra Constitución sobre Patronato y sobre prohibición de conventos.  Permítame llamarle la atención sobre esto, porque los diplomáticos del Vaticano se valen de todos los medios posibles para llegar, directamente o por vías indirectas, a sus fines (...)(52) .

El anticlericalismo y el positivismo seguían marcando a muchos políticos venezolanos.

Mons. Marchetti llegó a Caracas el 2 de agosto de l9l8 y presentó sus credenciales el 7 del mismo mes.  Su obra fue continuación de la de Mons. Pietropaoli.  Apoyó y animó al arzobispo y al clero de la ciudad en la realización de diferentes proyectos, sobre todo en la construcción del Seminario, y obtuvo del Papa la creación de una beca perpetua en el colegio Pio Latino Americano a expensas de Su Santidad para un seminarista venezolano(53) .  En 1920 solucionó el problema de la diócesis de Calabozo cuya administración presentaba irregularidades dado el estado de vejez de su obispo, Mons. Felipe Neri Sendrea(54) .  Le nombró como obispo coadjutor con derecho a sucesión al obispo del Zulia, Mons. Arturo C. Alvarez y se eligió un nuevo obispo para esta diócesis, Mons. Marcos Sergio Godoy.

El 15 de abril de 1920, Benedicto XV elevó al rango de Nunciatura la legación de Venezuela.  La elevación de la legación pontificia al rango de nunciatura era iniciativa del Papado.  Así lo declaran las letras de erección de la nunciatura venezolana, en la que Benedicto XV hace uso de tal derecho "al modo que lo han acostumbrado hacer nuestros predecesores (...)" erigiendo y constituyendo "a perpetuidad la expresada legación en nunciatura apostólica..., y que a esta misma legación se le preste aprobación y apoyo perpetuamente y en lo porvenir"(55) .  Por su parte el gobierno, aceptando tal erección, aceptaba que los nuncios ejercieran en el territorio las atribuciones que el derecho canónico les confiaba(56) .  Estas eran de dos clase, unas de orden diplomático y otras de orden religioso.  Lon nuncios no eran pues, meros agentes diplómaticos: representaban al Papa no sólo en el plano diplomático sino también en el espiritual.  Lon nuncios debían velar por el clero y el pueblo venezolano e informar al Papa sobre él.  Por lo tanto, su intervención en los asuntos locales según el derecho, no debían ser tomados como una indiscreción o abuso de poder(57) .  Estas prerrogativas no se cumplirían de hecho en el país y esta incomprensión de sus respectivos derechos sería la base de graves conflictos.

   Mons. Marchetti fuel el primer agente diplomático que, como nuncio, representa en el país a la Santa Sede.  Tal acontecimiento llenó de alegría al clero venezolano.  En una carta pastoral escrita por este motivo, Mons. Rincón expresa el júbilo general, pues la Iglesia venezolana se siente así más próxima a su pastor:

"...La alteza de este honor y la espontaneidad con que se nos ha hecho, son pruebas evidentes del amor paternal con que nos mira el vicario de Jesucristo, de la estimación en que tiene a nuestra República y del celo entrañable  con que quiere acercarse cada vez más a nosotros, humilde porción de su grey, hasta ponerse en íntimo contacto con nuestras necesidades espirituales"(58) .

Políticamente era un acto importante, pues la representación papal tomaba el caracter de embajada, y las relaciones entre Venezuela y la Santa Sede, pasaban a un plano de mayor envergadura.  Sin embargo, si bien se lograron muchas ventajas para la mejor organizacón de la Iglesia, su estatuto de sumisión al Estado no cambió, ya que durante todo el período gomecista la firma del Concordato fue imposible.

El 21 de agosto de l920, Mons. Marchetti fue recibido en audiencia solemnísima, por el Presidente de la República, como Nuncio Apostólico tributándosele todos los honores de embajador.  Su misión como tal en nuestro país sería muy corta ya que poco tiempo después, fue llamado a Roma para ser promovido a la nunciatura de Viena.  Se despidió de Caracas el 21 de septiembre de l920(59)  .

Mons. Felipe Cortesi(60) , arzobispo titular de Sirace, nuevo Nuncio Apostólico para Venezuela, llega al país el l de diciembre de l921.  Desde un principio, mostró su interés por el auge de la Iglesia y su influencia en la educación de la juventud, así como su preocupación por el prestigio social del clero.  Sus relaciones con el gobierno fueron cordiales e influyó en la elección de cuatro nuevas diócesis de la República en l922.  Este hecho dio pie a uno de los acontecimientos más notables de su misión: la gira apostólica que realizó por las recientes regiones desmembradas.  La noticia de este viaje se percibió como una muestra del interés del nuncio por conocer los problemas del país y hacerse presente para animar a los obispos y al clero en su ardua labor.  Mons. Alvarado, obispo de Barquisimeto, en carta dirigida al general Gómez así lo expresa:

"El Excmo. Sr. Nuncio Apostólico, a imitación de Su Santidad Pío XI en Polonia, deseaba visitar las ciudades episcopales de la República para palpar más de cerca las necesidades de nuestra Iglesia, y también movido por el interés que en él ha despertado nuestro país"(61) .

Desde principios de diciembre hasta principios del año l923, Mons. Cortesi recorrió las nuevas diócesis.  La visita fue un éxito y le brindó la ocasión de promover los medios para fundar en las diferentes diócesis los Seminarios Menores Diocesanos.  Logró también que aquellas fundaran nuevas becas en el Colegio Pío Latino Americano(62) .

Indiscutible fue el apoyo que Mons. Cortesi le ofreció al arzobispo de Caracas.  Prueba de ello son todas las obras que entre ambos llevaron a cabo, siendo las más importantes la división eclesiástica del territorio nacional y la introducción en el país de nuevas Ordenes Religiosas, favoreciendo así a los obispos, a quienes causaba grandes problemas la falta de clero.  La llegada al país de estos religiosos les ayudó a resolverlos, aunque sólo fuera en parte.

Intervino en el nombramiento de coadjutores con derecho a sucesión de Mons. Acacio Chacón(63) , para el arzobispado de Mérida y de Mons. Enrique Ma. Dubuc(64)  para la diócesis de Barquisimeto, dada la ancianidad de los obispos que las ocupaban y la inminente vacancia de sus sedes.

Su misión en Venezuela acabó en agosto de l926 cuando fue nombrado nuncio en Argentina, dejando tras de sí una valiosa labor en pro de la Iglesia venezolana.

El 8 de agosto de l926, llegaba a Venezuela el último de los nuncios del período gomecista, Mons. Fernando Cento(65) , quien fue recibido por el arzobispo el l2 de septiembre.  Como sus antecesores, desde un principio estudió la situación religiosa del país y tomó contacto con los obispos de las diferentes diócesis que lo acogieron con agrado.  En l928, invitado por el obispo de Cumaná, Mons. Sixto Sosa(66) , para la inauguración del Seminario Diocesano, realizó una gira apostólica por el oriente del país, siguiendo así la tradición establecida por Mons. Cortesi y que tanto bien hacía a las diócesis(67) .

Sus contactos con Gómez fueron cordiales y al igual que sus antecesores no perdía ocasión para acentuar las virtudes de su gobierno y subrayar el destino mesiánico al que había sido llamado el dictador tomando la dirección del país.  Pocos meses después de su llegada, escribe al general Gómez para convencerle de la conveniencia de firmar el tan deseado Concordato(68) , pero corrió la misma suerte que aquellos que le precedieron y no logró estrechar más las relaciones entre la Santa Sede y Venezuela en este sentido, a pesar de que las directrices generales de Pío XI en cuanto a la relación de la Iglesia con los Estados, era la de obtener, yendo lo más lejos posible, la garantía diplomática de un Concordato.  El Papa veía en esto la posibilidad de hacer penetrar en las legislaciones seculares, distintas estipulaciones del derecho canónico que concernían a la legislación respecto al matrimonio y a la educación escolar.  Quería, además, garantizar a la Santa Sede el derecho de elegir libremente a los obispos, punto en el que la Curia Romana no pensaba transigir más(69) .  En Venezuela todo ello fue imposible.  Por una parte el entorno anticlerical y el deseo de mantener el poder absoluto del general Gómez no favorecieron estos objetivos, y por otra parte el cambio continuo de nuncios que no conocían el país y debían ganarse la confianza del dictador, no facilitó las cosas en este sentido.

La  misión de Mons. Cento en Venezuela acabó en l936.  El 25 de agosto de ese año, dejaba el país para dirigirse al Perú.  La última etapa de sus gestiones dentro de la Iglesia venezolana no fue afortunada.  De ella hablaremos más adelante.

Cinco representantes del Papa a lo largo de 27 años tropezaron con la misma piedra inamomible de un dictador celoso de sus prerrogativas con respecto a la Iglesia.  Sin embargo, la presencia de estos prelados en el país durante todo ese tiempo fue fructífera y confortó enormemente al clero nacional.

C. LA LEGISLACION GOMECISTA.

Como señala el Padre Hermann González:

"Los documentos ... correspondientes al largo período de gobierno del general Juan Vicente Gómez se caracterizan por la forma inconexa e ilógica de su orientación  jurídica ... La ley se interpreta como conviene"(70) .

La intención única sigue siendo siendo la misma: el control absoluto de Venezuela y en concreto de la Iglesia y los demás cultos del país.  Un ejemplo servirá para ilustrar tal afirmación.  El 24 de octubre de l9ll se aprueba el "Decreto sobre el ejercicio de la Inspección Suprema de Cultos"(71) , por el cual todo culto tolerado en el territorio nacional debía regirse por la Ley de Patronato de l824, con la diferencia de que:

"en donde la citada Ley de Patronato se refiere a la sede de la Iglesia Católica o a su Pontífice, se entenderá referida a los efectos de este Decreto, la autoridad superior eclesiástica de cada culto no católico, legalmente establecida en el país"(72) .

El Poder Ejecutivo controla explícitamente todo culto y ello lo estipula la Constitución de l909.  Apoyándose en ella, Gómez aprueba el Decreto(73)  .  Este era un contrasentido jurídico y constituía:

"La negación misma del derecho de Patronato.  En efecto,... el fundamento de la Ley de Patronato, su ratio iuris, es proteger, amparar, favorecer, y defender la Iglesia Católica y hacer observar los cánones.  Ahora bien, ¿cómo basándose en esa ley, dictar un decreto en virtud del cual el Estado venezolano se titula protector de todos los cultos existentes en la República, todos ellos en oposición con la religión católica?.  Absurdo jurídico mayor no puede darse"(74) .

Efectivamente, cuando los papas otorgaron el Patronato fue despojándose de parte de sus privilegios, considerando  que de esta forma se favorecía  a la Iglesia. Apelar a este derecho, específicamente católico, para proteger otros cultos que no habían pedido la protección del Estado y nada tenían que ver con la Iglesia católica, era realmente absurdo.

Nuestro propósito al tratar estos tres puntos ha sido mostrar cuáles eran las posibilidades de acción de la Iglesia venezolana durante este período.  No había más ley que la de los intereses del general Gómez.  Como ya hemos dicho, no tuvo una política propiamente eclesiástica sino que extendió a este campo su táctica personal: el control absoluto.  En estas circunstancias el país entero giraba en torno al dictador, y quien no bailaba al son que tocaba, sabía que su camino era el exilio o la Rotunda".


(1)  Sobre la vida de Mons. Rincón no existe ningún trabajo de síntesis. Para la elaboración de esta parte del trabajo han sido preciosas la correspondencia y notas dejadas por Mons. Rincón y conservadas por su sobrino el Sr. Felipe Rincón Rincón . En 1975 el cardenal José Humberto Quintero ordenó algunas de ellas y las completó con algunos otros documentos dándoles un orden cronológico y temático y dejando en el archivo personal    del Sr. Rincón sus apuntes bajo el título  de El arzobispado de Mons. Rincón. Apuntes sobre su pontificado. Además de este libro, se han escrito algunos artículos sobre el prelado. NAVARRO en sus Anales Eclesiásticos, esboza algunos rasgos de su vida ocupándose sobre todo de los últimos años de su administración. En el libro Pastorales y decretos del Excmo. y Rvmo. Sr. Felipe Rincón González, Caracas, 1921, hay una breve reseña biográfica en la p. XI. Con respecto a su arzobispado, MARADEI, Venezuela: su Iglesia y sus gobiernos..., pp. 134-135, avanza algunas explicaciones. RODRIGUEZ, Diccionario biográfico, geográfico e histórico de Venezuela, Madrid, 1957, p. 662. Igualmente en algunas historias generales de la Iglesia en Venezuela se nace referencia a él pero de forma somera

(2)  Archivo personal del Sr. Felipe Rincón.  Libreta de apuntes  de Mons. Rincón titulada Asuntos Particulares

(3)  A.P.F.R., carta de Mons. Silva al Pbro.  rincón. Mérida, 23 de marzo de 1897.

(4)  Archivo Histórico de Miraflores, Correspondencia del general Gómez, febrero de 1922. Carta de Mons. Rincón al Dr. Enrique Urdaneta Maya. Caracas, 27 de febrero de 1922.

(5)  A.H.M., correspondencia del general Gómez, diciembre de 1928. Carta del episcopado venezolano al Gral. Gómez. Caracas, 24 de diciembre de 1928.

(6)   A.P.F.R. Carta de Mons. Rincón al cardenal Eugeni Pacelli, Caracas, 10 de mayo de 1937.

(7)  MICHEO (A.), Proceso Histórico de la Iglesia Venezolana..., p.23.

(8)  Desde 1853 la Iglesia Católica Colombiana era independiente del Estado, se administraba libremente y ejercía todos los actos de autoridad espiritual y de jurisdicción sin necesidad alguna de autorización por parte del gobierno nacional.  En 1888 firma el Concordato con la Santa Sede y el Convenio adicional aprobado por ley en 1892.  Evidentemente la libertad de acción del clero era más amplia que en Venezuela y Gómez conocía su fuerza.  Cfr. Enciclopedia Universal Ilustrada, Madrid, t. XIV, p.137.

(9)  Entre estos sacerdotes destacan los padres Evaristo Ramírez, muerto en La Rotunda en 1918; R. Franquiz y el P. Monteverde, todos acusados de conspirar contra el gobierno del Gral. Gómez.

(10)  VELASQUEZ (R.J.), Confidencias imaginarias... , pp. 60-61.  Esta obra está basada en documentos serios y hechos reales.  Se presenta bajo la forma de una entrevista con el Gral. Gómez, que acaba siendo un largo monólogo del dictador.  La aproximación psicológica del personaje nos parece corresponder de cerca a su realidad.  De ahí que citemos a menudo las palabras que el autor pone en boca de Gómez y que en la mayor parte de los casos el dictador no pronunció realmente.

(11)   VELASQUEZ (R.J.), Confidencias imaginarias... , p.360.

(12)  CALVANI (A.), La Ley de Patronato Eclesiático ante la Asamblea Nacional Constituyente, Caracas, 1947, p.20.  La primera gran baja de las asignaciones eclesiáticas se produjo en 1905 durante el gobierno del Gral. Castro.  Esta época no concierne nuestro estudio y por ello no nos detenemos a analizarla, aunque podríamos avanzar como posible causa de la reducción de asignaciones, el lamentable estado fiscal del país acosado tanto por la deuda externa como por la interna.  Con estas cifras nos interesa mostrar las asingnaciones durante el período gomecista y las oscilaciones que sufrió.

(13)  Con este dinero debían pagar el alquiler de su habitación y mantenerse ellos mismos, dando además un sustento al seminario y a los seminaristas, en su mayoría jóvenes sin muchos recursos económicos.

(14)   A.H.M., correspondencia del general Gómez, enero de 1916.  Carta de Mons. Alavarado al presidente provisional de la República, Dr. Márquez Bustillos, Caracas, 9 de enero de 1916.

(15)   A.H.M., correspondencia del general Gómez, febrero de 1916.  Carta de Mons. Pietropaoli al presidente provisional de la República, Dr. Márquez Bustillos, Caracas, 5 de febrero de 1916.

(16)   A.H.M., correspondencia del general Gómez, octubre de 1912.  Carta de Mons. Alvarez al Gral. Gómez, Maracaibo, 19 de octubre de 1912.

(17)   A.H.M., correspondencia del general Gómez, febrero de 1916.  Carta de Mons. Pietropaoli al Presidente provisional de la República, Dr. Márquez Bustillos, Caracas, 5 de febrero de 1916

(18)  GODOY, Marcos Sergio.  Nació en el Estado Carabobo.  Fue discípulo del Dr. J.M. Nuñez Ponte en el Colegio Sucre de Caracas.  Obispo de la diócesis de Maracaibo desde el 8 de marzo de 1920 por traslado de su antecesor, Mons. Alvarez,  a la diócesis de Calabozo.  Murió en Maracaibo en 1957.  Cfr. RODRIGUEZ, Diccionario Biógrafico..., p.285; MARADEI, Venezuela: su Iglesia y sus gobiernos, Caracas, 1978, pp.139-140.

(19)  GONZALEZ OROPEZA, Iglesia y Estado..., pp. 249-255.

(20)   VELASQUEZ (R.J.), Confidencias imaginarias... , p.285

(21)  RODRIGUEZ ITURBE (J.), Iglesia y Estado..., p.129

(22)  Actas del Cabildo, libro XXXIX, Cabildo Extraordinario del 11 de enero de 1933, folio 257.

(23)  Actas del Cabildo, libro XXXIX, Cabildo Extraordinario del 16 de enero de 1933, f.259.

(24)  RODRIGUEZ ITURBE (J.), Iglesia y Estado..., p.96.  Los delegados apostólicos eran mandatarios de la Santa Sede (obispos o no) provistos de una jurisdicción ordinaria sobre un territorio dado, con misión de velar sobre el estado de las iglesias existentes y dar cuenta al Papa.  Lo que los distingue del nuncio o internuncio es que estaban desprovisto de toda función diplomática.  En general se encontraban en los países cuyos gobiernos no tenían relaciones diplomáticas con la Santa Sede.  Dictionnaire du droit canonique, París, 1949, col.1082-1083.  Es esta jurisdicción la que no reconocía el gobierno venezolano.

(25)   GONZALEZ OROPEZA, Iglesia y Estado..., p.245.

(26)  D'EMILIA, Bernardino.  Obispo Titular de Tabarca.  Nació en Calitri (Conza), el 28 de octubre de 1890.  En 1884 es nombrado Delegado Apostólico y Enviado extraordinario en Santo Domingo, Haití y Venezuela.  En 1889 quedó a disposición de la Santa Sede y un año después fue nombrado Obispo de Larino donde permaneció hasta el día de su muerte, el 6 de abril de 1910.  Cfr. DE MARCHI, Le Nunziature Apostoliche dal 1800 al 1956, Roma, 1957, p.138.

(27)   GONZALEZ OROPEZA, Iglesia y Estado..., p.245.

(28)  Opinión del Dr. Pedro Arcaya sobre la calidad de "Internuncios", Caracas, 13 de julio de 1916.  Cfr.  GONZALEZ OROPEZA, Iglesia y Estado..., p.242.

(29)  AUBERT (R.), L'Eglise dans le monde moderne, dans Nouvelle Histoire de l'Eglise, París, 1975, t.5, p.17.

(30)   NAVARRO (N.), Anales...,p.549

(31)   NAVARRO (N.), Anales...,p.549.

(32)  GOMEZ (J.V.), Carta del Gral. Gómez a Mons. Aversa, Caracas, 1 de abril de 1911, Documentos para la Historia de su Gobierno, Caracas, 1925, p.225.

(33)  GOMEZ (J.V.), Carta del Gral. Gómez a Mons. Aversa, Caracas, 1 de abril de 1911, Documentos para la Historia de su Gobierno, Caracas, 1925, p.225.

(34)  RODRIGUEZ ITURBE (J.), Iglesia y Estado..., p.170.

(35)   NAVARRO (N.), Anales...,p.550.

(36)  Ver. Cap. II, nota 100.

(37)  Los memorandums de Pietropaoli, en  B.A.H.M. V, 28-29, p.150

(38)  Los memorandums de Pietropaoli, en  B.A.H.M. V, 28-29, p.150

(39)  Los memorandums de Pietropaoli, en   B.A.H.M.  V, 28-29, p.162-167.

(40)  Los memorandums de Pietropaoli, en  B.A.H.M. V. 28-29, p.169.

(41)  RODRIGUEZ ITURBE (J.), Iglesia y Estado..., p.171

(42)  Gómez, Conde Romano, en   B.A.H.M , IX, 49-51, p.127-128.

(43)   VELASQUEZ (R.J.), Confidencias imaginarias... , p.61.

(44)  Ver discurso de Gómez a Mons. Pietropaoli al recibir las insignias de Caballero en GOMEZ (J.V.), Documentos para la historia de su Gobierno..., p.143.

(45) NAVARRO (N.), Anales...,p.550.

(46)  D.D.C., París, 1957, t.6, col.1.

(47)   GONZALEZ OROPEZA, Iglesia y Estado..., p.244.

(48)   A.H.M., correspondencia del general Gómez, marzo de 1914.  Carta de Mons. Alvarado a Gómez, Maracaibo, 30 de marzo de 1914.

(49)   A.H.M., correspondencia del general Gómez, julio de 1917.  Carta de Mons. Pietropaoli a Gómez, Caracas, 23 de julio de 1917.

(50)  A su partida quedó al frente de la nunciatura el encargado de negocios, Mons. Plácido Gobbini, quien había sido secretario durante la intenunciatura de Mons. Pietropaoli.

(51)  MARCHETTI-SELVAGGIANI, Francisco.  Nació en Roma el 1 de octubre de 1871.  Obispo Titular de Seleucia.  Nombrado Camarero Secretario en 1901.  Fue secretario de la delegación de Washington, agregado a la secretaría de Asuntos Eclesiásticos Extraordinarios, pasando luego a ser Auditor de primera Clase en Munich en 1907; encargado de Misión en Friburgo (Suiza) durante la Primera Guerra Mundial.  Nombrado cardenal en febrero de 1918 e internuncio en Venezuela el 16 de febrero del mismo año, llega al país el 2 de agosto.  En 1920 fue nombrado nuncio de Austria partiendo de Venezuela en noviembre.  Murió en Roma el 13 de enero de 1951. DE MARCHII Le Nunziature..., pp.50,263.

(52)   A.H.M., correspondencia del general Gómez, mayo de 1918.  Carta del Dr. Gil Fortoul a Gómez, París, 25 de mayo de 1918.

(53)   NAVARRO (N.), Anales...,p.552.

(54)  SENDREA, Felipe Neri.  Nació en Puertos de Altagracia (Estado Zulia) en 1844.  Doctor en la Universidad de Caracas en 1887.  Ocupó la diócesis de Calabozo desde 1891 hasta su fallecimiento en 1921.  Cfr.  RODRIGUEZ, Diccionario biográfico..., p.745.

(55)  Letras de erección de la nunciatura apostólica en Pastorales y Decretos del Excmo. y Rvmo. Sr. Dr. Felipe Rincón González.  Caracas, 1921, pp.130-132.

(56)  El nuncio podía, sin permiso del Ordinario local, bendecir al pueblo y celebrar los oficios pontificales; juzgar las causas eclesiásticas teniendo en cuenta las reservas hechas por el Concilio de Trento (sess. XXIV, de Reform., c.20); y emitir juicios sobre los nombramientos episcopales.  En general, los nuncios sólo tenían los poderes indicados en sus cartas de nombramiento o en las facultades que les eran conferidas.  Cfr. D.D.C., París, 1957,t.6, col.1014.

(57)  D.D.C. París, 1957, t.6, col.1014-1015.

(58)  Pastoral con motivo de la elevación de la Legación Apostólica a Nunciatura, en  Pastorales y decretos..., p.132-133

(59) Quedó encargado de negocios de la nunciatura, Mons. Bartoloni quien continuó desplegando una actividad favorable para la Iglesia venezolana hasta la llegada al país de Mons. Felipe Cortesi, el 1 de diciembre de 1921.   NAVARRO (N.), Anales...,p.553.

(60)  CORTESI, Felipe.  Nació en Alia (diócesis de Cefalú) el 8 de octubre de 1876.  Fue consagrado en Roma el 21 de agosto de 1922.  Nuncio en Venezuela el 30 de mayo de 1921 de donde pasaría a ser nuncio de Argentina, Uruguay y el Paraguay en septiembre de 1926.  Diez años más tarde fue nombrado nuncio en España, pero no pudo ocupar su puesto a causa de la Guerra Civil, por lo que fue enviado como nuncio a Polonia el 14 de diciembre de 1936 dejando la sede el 5 de septiembre de 1939.  Murió en Grottaferrata el 1 de febrero de 1947.  Cfr. A.P.C., París, 1939, p.364; DE MARCHI (G.), Le Nunziature..., p.210.

(61)   A.H.M., correspondencia del general Gómez, diciembre de 1922.  Carta de Mons. Alvarado a Gómez, Barquisimeto, 6 de diciembre de 1922.

(62)   NAVARRO (N.), Anales...,p.554.

(63)  CHACON, Acacio.  Nació en Cordero  el 8 de junio de 1884.  Ordenado sacerdote el 1 de noviembre de 1907, elegido arzobispo titular de Milevi el 6 de mayo de l926.  Consagrado el 29 de agosto de 1926 y nombrado arzobispo de Mérida el 1 de agosto de 1927.  Fue prelado al Sacro Solio Pontificio y murió en la ciudad de Mérida el 2 de mayo de 1978.  MARADEI, Venezuela: su Iglesia..., p.136.

(64)  DUBUC, Enrique María.  Nació en Betijoque (Estado Trujillo) en 1889.  Inició los estudio eclesiásticos en 1908 en el seminario de Mérida.  Se ordenó en 1912 y ese mismo año partió para Roma donde se doctoró en derecho canónico.  De regreso a Mérida fue secretario de Cámara del Obispo Silva y porfesor de la Universidad de Los Andes.  Elegido obispo coadjutor de la diócesis de Barquisimeto por el Papa Pío XI el 15 de agosto de 1926.  Tomó posesión de la diócesis a la muerte de Mons. Alvarado el 26 de septiembre de 1926.  Murió en Madrid el 22 de junio de 1962.  Había renunciado a su diócesis el 17 de diciembre de 1947.

(65)  CENTO, Fernando.  Nació en Pollenza, diócesis de Macerata, el 10 de agosto de 1883.  Ordenado sacerdote en diciembre de 1905 y elegido obispo de Acireale el 22 de julio de 1922.  Tomó posesión el 12 de noviembre; promovido por el Consistorio del 24 de junio de 1926, fue enviado como nuncio a Venezuela el 28 de junio de 1926.  Diez años después fue trasladado al Perú en la misma calidad de nuncio.  Firmó en Lima con el ministro de Asuntos Extranjeros un Modus Vivendi entre la Santa Sede y el Perú el 24 de julio de 1937.  Nombrado nuncio apostólico de Bélgica e internuncio de Luxemburgo en marzo de 1946, cargo que desempeñaría hasta 1953 en el que pasó a Portugal.  En 1958 es nombrado cardenal.  Se instala en Roma donde desempeña diversos cargos de importancia.  Allí murió el 13 de enero de 1973.  A.P.C., 1974.

(66)  SOSA, Sixto.  Nació en Tinaco (Estado Cojedes) el 20 de octubre de 1870.  Realizó estudios en Trinidad y en el sSeminario Josefino de Calabozo siendo ordenado sacerdote el 22 de diciembre de 1894.  Canónigo doctoral de Calabozo y secretario de Cámara del obispo Sendrea.  Consagrado obispo el 31 de octubre de 1917, tomó posesión de la diócesis de Cumaná el 30 de noviembre de 1923 hasta su muerte acaecida en Caracas el 29 de mayo de 1943.  Cfr. MARADEI, Venezuela: su Iglesia..., pp.120,125-127; CASADEVALI (P.M.), Ejemplos de Enseñanza, Barcelona, 1976, pp.17 ss.;  RODRIGUEZ, Diccionario biográfico..., p.7

(67)  Referente a esta gira apostólica del nuncio Cento, Cfr. POLANCO, Tomás Andrés, Reseña de la gira apostólica practicada por el Excmo. Sr. Fernando Cento, nuncio apostólico en Venezuela a la diócesis de Cumaná y a la ciudad de Barcelona del 5 al 19 de septiembre de 1928, Caracas, 1928.  El autor relata día a día todo el viaje e inserta los diferentes discursos proclamados por las personalidades eclesiásticas y civiles que lo recibieron.

(68)  Ver Anexo.

(69)  AUBERT, L´Eglise dans le monde moderne, dans Nouvelle Histoire de l´Eglise, Paris, t. 5, p. 598.

(70)   GONZALEZ OROPEZA, Iglesia y Estado..., p. 231.

(71)  Cfr. el texto en  GONZALEZ OROPEZA, Iglesia y Estado..., p. 233.

(72)  Artículo 2 de dicha ley.

(73)  RODRIGUEZ ITURBE (J.), Iglesia y Estado..., pp. 173-174.

(74)  CALVANI (A.), La ley de Patronato Eclesiástico..., p. 10.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


La Junta de Socorro de 1918: De pié de izquierda a derecah: (sin identificar), el Dr.Luis Razetti, Mons. Lovera, el Dr. Risquez, (sin identificar). Sentados de izquierda a derecha: (sin identificar), Mons. Rincón, Dr. Santiago Vega, Dr. Pérez Dupuy

 
 
 
 


Seminario Interdiocesano Santa Rosa de Lima
Inaugurado en 1921

 
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Enrique Urdaneta Maya (FP)

 
 
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Marcos Sergio Godoy (FP)

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Papas que reinaron durante el Gobierno de
Juan Vicente Gómez

 
 


Giuseppe Melchiorre Sarto
Pio X (1903 - 1914)

 
 


Giacomo Della Chiesa
Benedicto XV (1914 - 1921)

 
 


Ambrogio Damiano Achille Ratto
Pio XI (1921 - 1939)

 
 
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Sixto Sosa

 
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