Antonio Cánovas del Castillo

Hijo de don Antonio Cánovas y García, maestro de escuela, y de doña Juana del Castillo, Antonio Cánovas del Castillo nació en Málaga el 8 de Febrero de 1828 y dirigió desde muy joven sus estudios hacia las letras, destacándose prontamente su faceta literaria, aun oponiéndose con ello a los deseos de su padre, el cual quería que se dedicara a estudios mercantiles.

   Se quedó huérfano de padre a la edad de quince años, en 1843, se encamina hacia Madrid, donde será recibido bajo la tutela de Serafín Estébanez Calderón, primo de su  madre. Continua sus estudios en la capital de España, junto al trabajo en las oficinas del ferrocarril, licenciándose en Derecho en 1851.

 Rápidamente el joven Cánovas comienza a labrarse un prestigio como literato, apareciendo su primera novela, La Campana de Huesca en 1852, siendo continuada por Historia de la decadencia de España desde el advenimiento al trono de Felipe III hasta Carlos II; como bien se puede apreciar se decantó rápidamente por el genero histórico, fruto del mismo serán sus Estudios del reinado de Felipe V. Si bien Cánovas podía haber continuado con su faceta literaria en exclusiva, en la España que le toco vivir difícilmente podía escaparse de la influencia que la política ejercía sobre todos los jóvenes; en una situación de claro enfrentamiento entre moderados y progresistas, Cánovas no se dejo arrastrar por ninguna de las dos tendencias y busco una tercera línea apoyada en la conciliación, aunque con claro signo conservador; esta búsqueda del equilibrio entre ambas tendencias tendrían su fruto posteriormente en la Unión Liberal de O'Donnell.

   En buenas relaciones con este participó en las conversaciones previas a la revolución de 1854; su primera actividad pública, la lleva a cabo en su participación el día 30 de junio en la conocida Vicalvarada; así mismo redactó el Manifiesto de Manzanares el 7 de julio de 1854, autentico desencadenante del bienio progresista.

   Durante el Bienio, Cánovas es destinado a Roma, como Agente de Preces ante la Santa Sede; con el gobierno de Armero es nombrado Gobernador Civil de Cádiz, y con la nueva escalada al poder de O'Donnell en 1858 se ocupa de la subsecretaria de Gobernación. Aún cuando dedicado ya plenamente a la política, Cánovas no abandonará jamas sus estudios históricos y fruto de ello serán sus Apuntes sobre la historia de Marruecos, así como los estudios sobre Las Relaciones de España y Roma en el siglo XVI, que le supondrá su admisión en la Academia de la Historia.

   Los enfrentamientos con O'Donnell, en cuanto a política exterior, llevan a Cánovas a abandonar todos sus cargos públicos, y no será hasta la subida de Mon en diciembre de 1864, que vuelva a la arena del poder político, su vuelta no pudo ser más fuerte, desempeñando por primera vez el cargo de Ministro de Gobernación, logrando en esta etapa sonados éxitos como la ley de incompatibilidades parlamentarias o la ley de imprenta. Con la vuelta al poder de O'Donnell el 21 de junio de 1865, se le nombró Ministro de Ultramar, cargo que tuvo que compaginar junto a la cartera de Hacienda, tras la dimisión de Alonso Martínez.

   Desterrado a Palencia tras los sucesos del 22 de junio de 1866, retoma sus estudios historiográficos y escribe el Bosquejo histórico de la Casa de Austria.
 La revolución del 68 abrió los ojos a Cánovas que ve que la única solución posible para España esta en la renovación de la monarquía española, fuertemente desprestigiada por Isabel II, y en una restauración monárquica en la figura de Alfonso XII. En 1873, recibirá plenos poderes de Alfonso XII, para encaminar la corriente política española hacia la Restauración.

   Cánovas, siempre quiso que la vuelta a la monarquía fuera el fruto de un deseo intrínseco del pueblo español, y no el fruto de una imposición militar, y como tal se entiende en el Manifiesto de Sandhurst del 1 de diciembre de 1874.

   Con este manifiesto, Cánovas, pretendió articular una monarquía hereditaria y constitucional, intentando que el rey fuera deseado por los españoles y no que viniera precedido de un golpe militar, pero el pronunciamiento del general Martínez Campos en Sagunto el 18 de diciembre de 1874, dio al traste con estas pretensiones, y obligó a Cánovas a tomar el poder en el primer Ministerio-Regencia, del que también formaron parte, Castro, Jovellar, el marques de Molins, Salaverría, el marqués de Osorio, Cárdenas, Romero Robledo y López de Ayala, este último ocupando la misma cartera, Ultramar, que ocupaba el día antes con la República.

   El pronunciamiento de Martínez Campos, será el primero de la historia de España en que un golpe militar lleve al poder a un civil.
 Con su idea de una monarquía querida por el pueblo, e influido por las ideas liberales inglesas, se promulga en 1876 una Constitución con clara tendencia liberal. Durante dos meses y medio, deja Cánovas la presidencia del Gobierno, para ocuparse personalmente de la elaboración del proyecto constitucional; una vez aceptado ese proyecto retomó la presidencia y convocó elecciones generales, que se llevan a cabo el 23 de enero de 1876, y dieron una amplia mayoría a Cánovas y su política; la nueva Constitución se publicó en la Gaceta el 2 de julio.

   Cánovas, con su proyecto político, también se ocupó de inculcar a la nación un espíritu parlamentario y civil, para evitar la influencia de un ejército demasiado politizado. Cánovas, también será recordado como el instaurador del llamado sistema de turno de partidos; con este método aseguró una dinámica en la vida política del país e intentaba evitar el desgaste político del poder.

   Gobernó casi continuamente hasta 1881, con las únicas interrupciones del gobierno de Jovellar en 1875, para llevar a cabo las elecciones, y el gobierno de Martínez Campos en 1879.

   En 1879, Cánovas, vio como el partido constitucional de Sagasta, iba cogiendo cada vez mayor fuerza política, y le dio el paso a la alternancia del gobierno el 10 de febrero de 1881, hasta el 13 de octubre de 1883, en que un gobierno de la denominada Izquierda Dinástica sube al poder; el 18 de enero de 1884, Cánovas recupera el poder hasta la muerte de Alfonso XII el 25 de noviembre de 1885.

   Cuando se inicia la Regencia de María Cristina, llegó al acuerdo con Sagasta de un mutuo apoyo político en el Pacto de El Pardo, llevado a cabo el día anterior a la muerte del monarca, y que realmente se realizó en la Presidencia del Gobierno en la calle Alcalá, dejando el poder en manos de Sagasta; recuperado el poder el 8 de julio de 1890 a diciembre de 1891, en diciembre del año siguiente se produce su dimisión como jefe de la mayoría conservadora y la escisión entre los partidarios de Cánovas y los de Silvela. De nuevo en el poder el 23 de marzo de 1895, la situación exterior es insostenible para España, pero la interior también es muy difícil, los ajusticiamientos de los ocho anarquistas de Montjuich, se pueden considerar como los desencadenantes de los acontecimientos que acabarían con su vida. El 8 de Agosto de 1897 sufrió un atentado durante su estancia en el balneario de Santa Agueda (Guipúzcoa), del que resultó muerto tras los tres disparos que le efectuó el anarquista Angiolillo.